Armando Martini Pietri, @ArmandoMartini: ¡Como la gran mayoría, quiero salir de esta lavativa!

Armando Martini Pietri

Estamos hartos, cansados, pero en pie de lucha, y nos preguntamos día tras día ¿cómo y cuándo saldremos de esta lavativa? La respuesta es tan sencilla como compleja: dependerá de nosotros. De todos los ciudadanos unidos.

Nada es eterno; cada día el final está más cerca. La salud se deteriora y los anuncios de retiro no se hacen esperar. No nos enfrentamos a la lógica, sino a la desesperación de quienes, como corruptos, incompetentes y crueles, necesitan dejar atada la sucesión para proteger sus pandillas y evitar la cárcel.

Son comunistas disfrazados de socialistas que aparentan ser democráticos. Tiranos egoístas y asustados, equipados hasta los dientes; sus argumentos son armas y represión, su estrategia es atemorizar para imponerse y sobrevivir. Los ciudadanos con amor y voluntad de libertad, por el contrario, se basan en derechos y respeto a la ley, son demócratas.

Ante ese escenario los ciudadanos están en clara desventaja, pero la determinación libertaria y librepensadora hace la gran diferencia. Los venezolanos hemos demostrado que queremos ser libres y por voluntad propia lo lograremos, a pesar de innumerables decepciones y desilusiones. Algunos tramposos desvergonzados pescan en río revuelto y se aprovechan groseramente de oportunidades para escapar de la justicia. La Venezuela de principios éticos no lo permitirá.

Oportunistas y sinvergüenzas de un oficialismo que se ha salido de todos los márgenes, del cual muchos, de presunta buena fe, se están desmarcando por el abuso y el quebrantamiento de las leyes, al menos en apariencia han recapacitado y comienzan a emerger. Hay que desconfiar, aún declaran que defienden el legado. Situación no solamente en el ámbito nacional sino también en el internacional, donde la mayoría de los gobiernos, más que sentimentales, son pragmáticos, perciben el desastre y empiezan a lavarse las manos. En este caso aplica el dicho popular de las ratas que saltan de los barcos condenados. La reciente votación en la OEA reunida en México lo demuestra, aunque no haya sido suficiente.

Varios de esos gobiernos se han apoyado en la manipulación y convivencia acomodaticia hasta el extremo de realizar negocios en detrimento de la población, manteniendo estrechas complicidades, historias de colaboracionismo por ganarse montones de dólares que nuestros propios gobernantes han robado a los alimentos, medicinas e insumos, pero no a sus cuentas corrientes.

Por todo eso la protesta y la resistencia ciudadana de todas las edades y clases sociales no tienen ni aceptan componendas o negociaciones; al contrario, están ofreciendo hasta sus vidas en resistencia por la libertad, venciendo el miedo con lo que los gases no asfixian: coraje y decisión.

Durante años el régimen se benefició de importantes inversiones extranjeras y de los altos precios del petróleo, principal fuente de ingresos. La caída en el valor del crudo en el mercado ha complicado el día a día de los ciudadanos sometidos a recortes económicos, una subida del costo de la vida y una disminución de la inversión pública que el régimen aprovechador no sabe cómo resolver. La inconformidad se palpa a flor de piel. La doble moral, la corrupción y el desvío de recursos minan todo.

Nadie se va del poder en el contexto que alguna vez soñaron. Las tiranías abusadoras se marchitan, se enferman como drogadictos, tras haber negado sus raíces ideológicas, les crece el pánico, descubren y comprenden que la historia destrozará sus herencias y tranquilidad. Ese es el legado que ganaron, el temor a pagar por sus delitos, por eso están dispuestos a todo y sus perros de presa están desatados y hambrientos salen de sus cuevas a cazar.

Pero siempre hay que buscar una salida que devuelva la tranquilidad al país y las leyes a los ciudadanos. Una vía usada en la mayoría de los conflictos del mundo es la negociación. No se puede negar su racionalidad política. Pero negociar con tramposos es arduo difícil, pero si hay fiadores confiables –la Iglesia, con su milenaria sabiduría– vale la pena intentarlo para evitar una posible confrontación o peor aún, guerra civil. Por supuesto, conversaciones, diálogos y acuerdos con gente seria, creíble y representación plural, amplia, sin escondites ni gazapos cogolléricos, a la luz del día, transparentes, sin ambigüedades ni intereses escondidos. Solo así puede ser para que nunca tengamos que colocar en nuestro país el epitafio de Mariano José de Larra: “Aquí yace media España, murió de la otra media”, o aquel otro, no menos terrible, de Antonio Machado: “Españolito que vienes/al mundo te guarde Dios/una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

Estamos a tiempo de impedir una ofensiva que cobre muchas, muchísimas vidas. El gobierno tendrá que retirar la convocatoria constituyente que es una regresión histórica, los chavistas lo saben bien. La oposición está moral y éticamente obligada a seguir presionando por los presos y exiliados políticos, el restablecimiento de los derechos. La consulta al pueblo solo es procedente cuando el juego está trancado. Eso sí, con nuevos y rectos magistrados e imparciales rectores del Poder Electoral; lo contrario, sería una entrega estúpida y traidora de la voluntad popular.

Lo otro sería quedarnos echándonos culpas mutuamente, como pasó en España, dicho por Julián Marías: “No querían una guerra, pero aceptaron dividir el país en buenos y malos, identificaron a los otros con el mal, y esto llevó a la guerra civil”.

Calumniados de escuálidos, apátridas, traidores, burgueses, oligarcas, pero a pesar de todo pareciera que estamos a tiempo, la población sensata opositora, chavistas arrepentidos y en acto de apocamiento, los que no tienen militancia, miembros de la fuerza armada, civiles profesionales o no, curas, laicos, cristianos, evangélicos, pobres, ricos, clase media y perdonen quienes no se nombran, todos juntos, unidos sin ambiciones, prepotencias y ese pendejo ego que tanto daño hace, que nos persigue como plaga heredada de nuestros ancestros.

¡Ahora, más que nunca, podemos terminar con esta lavativa!




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