Bachilleres de ahora optan por viajes en vez de rumba

   Ya los muchachos no esperan con ansia el día de su graduación para vestirse de gala y bailar hasta el amanecer. Ahora esa fecha se convierte en otra cosa, pues les aguarda el viaje de sus sueños.

Hacia Margarita, Punta Cana y Cancún enfilan sus baterías los nuevos bachilleres, porque en esas playas les prometen la mejor de las rumbas y lejos de la mirada de sus representantes.

Pero para quienes este sueño se convierte en una verdadera pesadilla es para los padres, quienes además de tener que buscar dinero para pagar las variopintas celebraciones, la sola idea de tener a sus hijos fuera del alcance de sus manos y expuestos al alcohol, las drogas y el sexo, no los deja dormir.

El viaje, la fiesta, la caravana, los estrenos y los paquetes de título, fotos, video; y de recuerdos como franelas, suéteres y vasos, no escapan del presupuesto familiar.

«Todo sea por premiar el esfuerzo del muchacho», refirió Luisa Cedeño, quien a pesar de ser madre soltera, pasó las de Caín para conseguir el realero para pagar las celebraciones de su bachiller.

Pero el gran plan es el viaje. Al grupo de Melody la idea de Cancún no los sedujo, pues les contaron que la experiencia es «muy alocada».

Por su parte, Mariángel y 34 de sus 140 compañeros, decidieron enrumbarse hacia Punta Cana; mientras que Nelson no lo pensó dos veces, y pidió que su grupo agarrara las maletas con destino a Margarita.

Estos planes, que se han hecho muy populares y que suenan muy divertidos, les cuesta a los padres, sangre, sudor y lágrimas.

Josefa Goncalves, recuerda que el año pasado, cuando se graduó su hijo Manuel, el grupo se fue a Punta Cana solo. «Hice mis sacrificios para pagarle el viaje», comentó.

Este año le toca el turno a Liseth,  su hija menor, a quien autorizó a irse a Punta Cana, luego de participar en un comité de padres y representantes después de escuchar los cuentos del viaje de Manuel. «Le pedimos a la agencia cero licor y que incluyeran en el paquete a dos padres que vigilaran a ese muchachero».

El señor Jaime Tovar contó, que se documentó bien sobre estos viajes de grado, porque «los chamos van solos y uno tiene que confiar en ellos, pero…».

Recomendó a los padres participar de la elaboración del paquete, pedir que eliminen el licor de las habitaciones e identificar con brazaletes a los menores para «que no abusen», y si es posible, viajar con el grupo, «vale la pena estar ahí y saber quienes son sus amigos».