Biografía del Padre Vílchez: “Eterno gaitero y compositor”


c4     Monseñor Luis Guillermo Vílchez Soto, nació en el poblado de El Caimito, municipio Miranda, un 24 de abril de 1924. Hijo de Desiderio Vílchez y Josefa Soto de Vílchez. El cuarto de seis hermanos. A los diez (10) años, su corazón fue conquistado por el amor y el servicio a Dios, y a los 24 años, con el apoyo de una maestra y una de sus madrinas, se ordena sacerdote. Desde entonces dio inicio a su labor social, y la propagación de la palabra de Divina.

Luego de su ordenación fue enviado a realizar su labor sacerdotal a Isla de Toas, municipio Almirante Padilla, de donde fue párroco por cinco años. Allí organizó el primer equipo de baloncesto y dos equipos de béisbol, a su partida dejó la siembra evangélica y el amor por el deporte y la música. Para 1953, en una vieja bicicleta llega a San Francisco, curtido de sueños y esperanzas. En su equipaje: sotanas y balones de basketball.

Junto a la alegría de iniciar una nueva etapa de vida. En sus primeros años logra remodelar la Iglesia “Santo Cristo”; y consolida la edificación del primer liceo de la comunidad “San Francisco” conocido por todos como el Liceo “del Padre Vilchez”. En 1959; con el apoyo de los padres y representantes de los niños de la parroquia, organiza los equipos de baloncesto, béisbol, fútbol y softball; al mismo tiempo que funda los conjuntos gaiteros “San Francisco”, “Zagalines”, “Zagales” y “Espiguitas” del Padre Vílchez. Sus huellas firmes y claras en el camino que con el riego de las semillas que un día sembró, hoy han crecido deportistas y gaiteros, siendo su mayor alegría los niños.

La recompensa a sus esfuerzos y luchas sin tregua ante las adversidades del camino, le han merecido los mejores recuerdos de hombres y mujeres que ayer fueron “Zagalines”, “Zagales” o “Espiguitas”, así como de aquellos que llegaron al deporte de su mano. Con “Zagalines”, “Zagales” y “Espiguitas” del Padre Vílchez, Luis Guillermo fue el hombre que colocó en esta tierra la primera piedra filosófica del concepto “Academia de la Gaita”. Su sencillez, simpatía, humildad y fe en Dios y en la Virgen, le han permitido llegar al corazón del pueblo zuliano, pueblo que se refiere a él como: SOCIO, CURITA, PADRE O MONSEÑOR. Este último exaltado a por la Santa Sede del Vaticano, al cumplir sus Bodas de Oro Sacerdotales, a su vez, designado Capellán de Su Santidad Juan Pablo II, hoy capellán del Papa Benedicto XVI. Entre las condecoraciones recibidas destaca la Primera Edición de la Orden Municipio San Francisco.

Y la creación de la Orden Padre Vilchez, creada por el cabildo municipal a fin de reconocer el trabajo cultural de otros personales del municipio. Sus ochenta y cinco años de vida, de los cuales ha dedicado sesenta y un años, al servicio de Dios y a la comunidad, le hacen merecedor del cariño de todo el pueblo de San Francisco… de todo el Estado Zulia. La obra de Monseñor Vílchez va más allá de las estructuras que ha logrado edificar (la iglesia, el liceo, el dispensario), toca hasta los tuétanos de cada niño, joven o adulto que se ha cruzado en su camino. Él ha regado la sencillez, la humildad, la responsabilidad, la esperanza y el amor por el folclore, así como propagó por más de 60 años el evangelio de Jesús, su vida y amor al prójimo.

UN PADRE GAITERO
La sotana no le impidió a Monseñor ser gaitero y compositor. Vílchez no sólo se dedicó a atender las labores sacerdotales, también se salía de la iglesia para llevar, a través de la música, el mensaje de bondad y de amor. Carlos Luis González, periodista y compositor del tema Canción de bronce dedicado al sacerdote, explicó que la labor que el cura ha desarrollado va más allá de lo material. Opinó que la creación de las agrupaciones gaiteras Los Zagalines, Los Zagales y Las Espiguitas marcaron pauta y son sólo una pequeña parte de amor que el presbítero ha dado a la comunidad.

“Él se merece el aplauso eterno de los venezolanos”. Ángel Villalobos, vicario de la iglesia San Francisco, explicó que el cariño que la gente le tiene a Vílchez es tal que “por donde uno entra se encuentra con personas que le expresan respeto y agradecimiento. Lo recuerdan muy cercano, como el típico cura que acompañaba a las familias en los momentos buenos y en los malos”.

Villalobos, quien tiene un año y medio en el templo, explicó que aunque Vílchez ya no desarrolle sus funciones en la casa de Dios, sigue siendo el párroco del templo. Cada jueves en la tarde el vicario lo visita en la casa que era de su madre, y allí, debajo de la mata se sienta junto a él a rezar. “Estoy orgulloso de acompañar a una figura sacerdotal tan importante como él. Es imposible borrar lo que ha hecho por todos nosotros”.nosotros”.

Colegio Padre Vílchez




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