EFRAÍN RINCÓN, @EfrainRincon17:El verdadero rostro de la dictadura

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EFRAÍN RINCÓN: El verdadero rostro de la dictadura

A trocha y mocha, la dictadura madurista se empoderada con el arrebato de la gobernación del Zulia, ganada holgadamente por Juan Pablo Guanipa. Atrás quedó el desconocimiento de la Asamblea Nacional y la elección inconstitucional de la constituyente. La dictadura toma fuerza y se hace presente en el Zulia, usando al Consejo Legislativo para usurpar la voluntad soberana de la mayoría de los zulianos. Definitivamente, a la dictadura ya no le importa cuidar las formas, no tiene escrúpulos porque decidió que, frente al profundo rechazo popular, la única forma de mantenerse en el poder es torciendo la expresión y voluntad libérrima de los venezolanos.

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Ese es el duro rostro de la dictadura madurista. A finales del 2015, el régimen se apoyó en un TSJ ilegal con poderes absolutos para sacar del camino a quienes se interpusieran en sus planes; impidió que la oposición controlara a la Asamblea Nacional a través de la mayoría absoluta, sacando del juego a tres de sus diputados; posteriormente, desconoció su constitucionalidad, despojándola de sus atribuciones para asumirlas a plenitud. De esta manera, la oposición no pudo ejercer el mandato popular del 6 de diciembre de 2015.

Posteriormente, en el 2016, cerrada la opción electoral a través del referéndum revocatorio con la anuencia del CNE y el TSJ, el régimen se apoyó básicamente en las fuerzas armadas para reprimir las fuertes protestas escenificadas en el país por espacio de cuatro meses. En esta oportunidad, la dictadura le mostró a propios y extraños sus feroces dientes; nunca antes los venezolanos habíamos sido víctimas de una represión tan brutal que dejó un saldo lamentable de 120 muertes inocentes.

Con el control absoluto de las instituciones y la cúpula militar, hacía falta consolidar el tema electoral para legitimar lo que no podía ser legitimado popularmente. Es así como se convoca en el primer trimestre 2017, una asamblea nacional constituyente a imagen y semejanza del régimen, obteniendo una votación histórica de más de 8 millones de votos, que ni el propio Chávez pudo alcanzar en sus momentos de gloria. El 30 de julio fue la oportunidad de oro para ensayar un mecanismo más sofisticado que permitiese abultar los votos oficialistas, independientemente de la voluntad soberana de los electores.

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La sofisticación electoral se comprobó el pasado 15 de octubre cuando, contra todo pronóstico, la dictadura se alzó con el 80% de las gobernaciones del país. Lo que vimos en esos comicios fue la consolidación de un fraude sistémico antes, durante las elecciones y después del proceso, con la complicidad absoluta del CNE y del Plan República. De ahora en adelante, la dictadura demostró que, a diferencia de los más concienzudos análisis, puede ganar elecciones sin necesidad de obtener la mayoría de los votos para cantar la victoria.

Definitivamente, a la dictadura ya no le importa cuidar las formas.

A esos factores se les suman otros que el régimen ha tejido con habilidad y persistencia a lo largo de más de 18 años; nos referimos al control del hambre y la pobreza que crecen vertiginosamente. Para nadie es un secreto que los regímenes dictatoriales tienen una especial capacidad para dominar, en tiempos de crisis, a sus conciudadanos más vulnerables, pues, el control del poder político y las estructuras gubernamentales les permite jugar con los sufrimientos de la gente. En los tiempos de bonanza económica, disfrutados a plenitud por Hugo Chávez, el mecanismo de control político fueron las misiones, especialmente, orientadas al segmento más leal a la revolución, como son los pobres. Sin embargo, había tanto dinero en la calle que, además de las misiones, existían otros medios –lícitos e ilícitos- para tratar de sobrevivir sin las penurias que engendra la miseria.

En la medida que la crisis económica se hizo insoportable, el régimen hace más efectivo su poder controlando el hambre y la pobreza de millones de venezolanos. A tal efecto, la dictadura implantó dos programas sociales como instancia para preservar el poder a costa de la tragedia humana de los venezolanos. Nos referimos al carnet de la patria y a las cajas CLAP, mecanismos insustituibles para acceder a los beneficios, cada vez más menguados pero imprescindibles, otorgados por el régimen. En pocas palabras, la degradación a la que nos somete la dictadura es tan perversa que ya el voto no cuesta una beca, un contrato o el empleo en una oficina pública; hoy, el voto en Venezuela vale una caja de comida, que a duras penas alcanza una semana para una familia de cuatro miembros, o lo que es peor, vale la esperanza ingenua o el engaño deliberado de acceder a beneficios sociales que no llegan, a través del carnet de la patria.

La dictadura madurista está proyectando su rostro más perverso, inmoral e inhumano; pretende mantenerse en el poder, no sólo a través de un fraude sistémico continuado, sino a través del control del hambre y la pobreza de los ciudadanos. Frente a este desolador escenario, sino actuamos con inteligencia, unidad y compromiso con el país, tendremos por mucho tiempo una dictadura cuya maldad y falta de escrúpulos se acrecientan con el pasar de los días.

Si gran parte del país, y especialmente la clase dirigente de oposición, está consciente de la maldad que engendra la dictadura, ¿qué estamos esperando para actuar en consecuencia? ¿Qué más tendría que pasar en Venezuela para que la oposición deje de equivocarse y, de una buena vez, asuma con responsabilidad sus errores, invitándonos a todos a hacer causa común por el presente y el futuro del país?

No me cansaré de afirmar que nuestra dirigencia política no termina de inscribirse en el plano de la unidad que construye y sea referencia para luchar por la grandeza de Venezuela, dejando a un lado los intereses particulares de las diferentes facciones partidistas. Tampoco me cansaré de afirmar que nuestros políticos carecen de la pedagogía suficiente para convertirse en voceros responsables y creíbles, en los que confiamos convencidos que juntos podemos hacer grandes cosas, apartando el engaño y el inmediatismo que tanto daño nos ha traído. Es tiempo de replantearnos la lucha por el rescate de Venezuela, conscientes que el juego de la dictadura todavía no termina, pues, cuenta con un escenario político que le es favorable en estos momentos, sin considerar las sorpresas que deben estarse fraguando en las catacumbas de la asamblea constituyente acerca de la legalización del modelo político instaurado hace más de 18 años. Ciertamente, la crisis económica y el escenario internacional son elementos desfavorables para la perpetuidad del régimen, pero éstos no tienen un efecto automático en la solución de la encrucijada venezolana. Hace falta que todos rememos hacia una misma dirección -sin chantajes, malcriadeces y estupideces- que no es otra que el rescate de la libertad, la democracia y el progreso de todos los venezolanos. El dilema al que nos enfrentamos es democracia o dictadura, dominación o libertad, progreso o pobreza. Decidamos cuanto antes cuál es el camino por el queremos transitar de ahora en adelante.

@EfrainRincon17|Profesor titular de LUZ




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