Guerra: “La inflación es un impuesto perverso que afecta a quienes optan por conservar la moneda nacional”


   El economista José Guerra explica, en su columna del Diario Tal Cual, el impacto que causa la inflación en los ahorristas del país. Además, asegura que los únicos beneficiarios con esta medida son: el sector del Gobierno y “los afortunados quienes tienen acceso a los créditos baratos”.

Lea acontinuación la columna:

Casi diez millones de ahorristas en Venezuela son las víctimas inmediatas y directas de las políticas de estímulo a la inflación que sigue el Directorio del BCV. El instituto emisor buscando abrir espacios de financiamiento al gobierno mediante la impresión de dinero, está arruinando a quienes mantienen sus depósitos en el sistema bancario venezolano.

La inflación es un impuesto perverso que afecta fundamentalmente a quienes optan por conservar la moneda nacional. También incide negativamente sobre los que devengan un salario o pensión que no se ajustan proporcionalmente con el aumento de los precios. Para el caso de los depositantes, tanto los que mantienen cuentas de ahorro como a plazo, la contabilidad de la expoliación es muy clara. Un ciudadano que tiene un deposito de ahorro devengó en promedio durante 2010 una tasa de interés de 12,6% en tanto los que mantuvieron un plazo fijo se les remuneró con 14,7%. Sin embargo, en 2010, la tasa de inflación promedio alcanzó 27,2%.

Por tanto no hay que ser un virtuoso de las altas finanzas para darse cuenta que la inflación está liquidando el poder de compra de los ahorros y con ello afectando el patrimonio de quienes sostiene sus recursos en la banca.

Durante 2011 la suerte de los ahorristas no ha sido mejor. El BCV, en lugar de corregir sus políticas y enfrentar el envilecimiento del poder adquisitivo del bolívar, mediante una decidida y creíble política antiinflacionaria, decidió sacrificar a los ahorristas para seguir favoreciendo a un gobierno cuya voracidad fiscal no conoce límites. Ya no le basta al gobierno un precio petrolero superior a los US$ 105 por barril, tampoco la contratación de deuda y la hipoteca que ello significa para el país. Quiere más. Y para ello nada como encender la máquina de fabricar billetes que tiene el BCV. Es esa expansión monetaria desordenada la que está causando la inflación y generando un huracán devaluacionista en Venezuela.

Como resultado de esa proliferación de dinero, éste vale cada vez menos porque la gente anticipa que los precios van a seguir aumentando y que no es conveniente tener dinero líquido sino para comprar los pocos bienes que hay en la economía, cada vez más escasos, o dólares cuando el gobierno emite bonos. Cálculos para 2005 y 2010 reflejan el drama que sufren los ahorristas de Venezuela, tal como se documenta en el gráfico. En 2005 los ahorristas acusaron una pérdida equivalente a US$ 798 millones y en 2010 la pérdida se cifró en US$ 975 millones, en vista de la combinación de dos factores: elevada tasas de inflación y bajas tasas de interés pasivas. Sin embargo, lo que pierden los ahorristas alguien tiene que ganarlo.

Los favorecidos con la inflación en Venezuela son dos principalmente: por una parte el gobierno y por el otro los afortunados quienes tienen acceso a los créditos baratos que los depósitos de los ahorristas permiten financiar. El gobierno mediante el BCV emite unos billetes que literalmente no tienen costo de impresión pero que tienen alta denominación. Por ejemplo, un billete de Bs. 100,00 compra bienes o servicios por ese monto pero en su manufactura el costo es apenas Bs.5,00 cuando mucho. De esta manera quien emite el billete gana con la inflación, a menos que ésta se desboque.

Similarmente, como resultado de la política inflacionista que sigue el BCV las tasas de internes están deprimidas. Así, el gobierno, coloca su deuda a tasas que no exceden el 8% anual. Ello implica que quienes le prestan al gobierno le están regalando la plata para que la gaste. ¿Pero de dónde sale ese dinero que los bancos le prestan al gobierno? De los ingenuos ahorristas que conservan sus recursos en los bancos. Por tanto, el banco capta depósitos del público pagando 12,0% para comprar bonos del gobierno que paga 8,0%.

De igual modo, aquel que tiene contactos y logra acceder a la cartea agrícola, hipotecaria o a microcréditos que el gobierno le ha impuesto a la banca, obtiene un crédito a un interés máximo de 9,0%. No es muy difícil el ejercicio que hay que hacer para percatarse que en fin de cuentas con una inflación de 27% al año, se trata de dinero no prestado, sino subsidiado. Eso si, financiado con la confiscación que experimentan los ahorristas venezolanos.

“Los ahorristas como víctimas”
Por José Guerra




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