Histórico: Entre piercings y un coro gospel, la boda de Meghan Markle y Enrique rompió con la solemnidad real


Descontracturada, divertida, sorprendente. La ceremonia con la que Harry (Enrique de Inglaterra) y Meghan se casaron nunca se vio en la solemne capilla de St. George en Windsor y marcó, sin dudas, los tiempos de renovación que se vienen para la monarquía británica.

Meghan llegó a la iglesia en un auto acompañada por su madre. Bajaron juntas e ingresó a la capilla sola, acompañada por dos pajes. En la mitad de la nave la encontró el príncipe Carlos, quien la acompañó hasta al altar, donde la esperaba el príncipe Harry, junto con el príncipe William.

“Estás espectacular”, le dijo Harry cuando la recibió y le levantó el velo, que dejó ver a la princesa con una bellísima tiara.

Nerviosos, sí, pero también emocionados y felices. Así se vio durante toda la boda a Harry y Meghan. La madre de la actriz observaba todo desde su asiento en el altar, también muy conmovida.

Estaba sola, acompañada por la tenista Serena Williams y otros amigos de la novia: ningún otro familiar de Markle participó del casamiento. La madre, de origen afroamericano, fue vestida de verde y con un piercing de brillante en su nariz. algo que tampoco nunca fue visto en St. George.

Toda la ceremonia transitó momentos de sorpresa, justamente, por romper con la solemnidad. Por primera vez una congregación participó en un casamiento real: el obispo pidió su aprobación y la gente respondió que sí.

 

El obispo Murray comenzó citando las palabras de Martin Luther King para abrir su sermón: “Nosotros debemos descubrir el redentivo poder del amor, y cuando hagamos eso podremos hacer de este viejo mundo un mundo nuevo”. El amor fue el tema central de toda su exposición. “El amor vencerá a la pobreza”, vaticinó el obispo. Jamás se escuchó un discurso así, en el tono, en la alegría y en el contenido de las palabras que pronunció Murray.

“Hay poder en el amor. El amor puede ayudar y curar cuando nada puede hacerlo. Dos personas se enamoran y todos nosotros aparecemos”, insistió el obispo, frente a la reina y una Familia Real que se dio cuenta que nada volverá a ser como antes de la llegada de Meghan.

Todos los royals miraban asombrados y cómplices: Harry y Meghan, William y Kate, Kate y Camila, incluso William con su padre Carlos.

Pero la gran sorpresa llegó con el coro gospel que interpretó “Stand by me”, cantando y bailando, delante de la reina Isabel, en una ceremonia que no se le hubiera permitido a William, el próximo rey de Gran Bretaña, y que mostró al mundo la renovación de la realeza británica.

Luego el arzobispo de Canterbury tomó la posta para la parte central de la ceremonia: el casamiento propiamente dicho. Los novios leyeron sus votos frente a los 600 invitados y se colocaron los anillos. Luego, siguió la música: tocó Sheku, el violonchelista de 19 años. Y, finalmente, ya marido y mujer, príncipe y princesa se retiraron de la capilla para emprender el desfile frente a los súbditos. Como un cuento de hadas.




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