Afectados de Blandín dejan refugios para volver a casa

    «No queremos vivir más arrimados en el refugio habilitado en la Biblioteca Nacional. Allí todo es muy restringido, horarios de entrada y salida, la atención y formas de convivencia a la que no estamos acostumbrados después de vivir 20 años en Blandín», relata María La Fe Sánchez en su casa marcada para demolición con el número 0092, porque las autoridades del Instituto Municipal de Gestión de Riesgo y Administración de Desastres (Ingrad) la declararon residencia en alto riesgo.

Días antes del 31 de diciembre, María y parte de su familia se devolvieron al sector La Garza de Blandín para celebrar la llegada del año nuevo. Pero decidieron quedarse en su casa para vivir y cuidarla hasta que el Estado les entregue «una vivienda» para 13 personas.

Otras 45 familias que vivían en la Biblioteca Nacional y en hoteles de Sabana Grande volvieron a Blandín y al barrio Guaicaipuro 2 de Los Magallanes de Catia tras pasar más de un mes en refugios.

En 2008 el Estado censó 200 casas en alto riesgo en Blandín. Las familias fueron trasladadas a un refugio en San Martín donde vivieron por un año y se devolvieron a la carretera vieja Caracas-La Guaira porque nunca les otorgaron vivienda, afirmó Ramón Ávila en el sector La Cauchera.

«Vivimos en viviendas en riesgo y eso lo sabemos. No es la idea vivir aquí definitivamente, pero luego de un mes de residencia en el hotel El Gabial nos cansamos y decidimos volver a casa hasta que nos informen en qué parte de Caracas viviremos», afirma Ávila.

Mientras que María La Fe relata que esta semana a las 75 familias que viven en la Biblioteca Nacional les ofrecieron casa en Barlovento, estado Miranda, pero esa solución fue rechazada porque los afectados y sus hijos trabajan y estudian en distintas parroquias de Caracas.

En la carretera vieja Caracas-La Guaira la vía se hunde en los sectores La Garza y La Cauchera. En ambas zonas el Estado prometió demoler las viviendas censadas. No obstante, en un recorrido por el lugar hay 30 casas que fueron ocupadas por sus antiguos dueños.

En la residencia marcada con el número 0094. Sergio Ángel ha vivido 38 años. Él también duerme en su casa para evitar ser robado y mantener su espacio hasta que el Estado les consiga residencia fija.

«Las cosas de gran valor las resguardé en casa de mi hermano. Pero el resto permanece en mi casa. Sabemos que hay mucho riesgo en Blandín, pero no hay fecha definida para reubicarnos y el Estado ha dicho que al menos año y medio se debe vivir en refugios. En esos espacios la convivencia es muy difícil», relata Ángel.

Algunas familias de Gramoven que viven en hoteles de Sabana Grande señalan que la comida es deficiente. «Sardinas con arepa. A veces no llega la cena ni la ayuda para nuestros hijos», dijo Maryuri González frente al hotel Embassy de Sabana Grande.

«La mala atención de insumos en la Biblioteca Nacional, frente al Palacio Legislativo de Capitolio, nos llevó a devolvernos a Blandín para lavar, comer mejor, asearnos y vivir sin tanto protocolo», resalta Alejandro Nieto, afectado.

Mientras que Ángel recuerda que solo recibió atención de las autoridades cuando lo desalojaron de Blandín, de resto no se aparecen para informarles si saldrán a otros refugios o permanecerán en centros culturales, hoteles o edificios viejos que ha improvisado el Ejecutivo para trasladar a afectados del municipio Libertador.