Antonio Sánchez García:Carta Pública a los líderes opositores


He leído con estupor las recientes declaraciones del ex presidente de la Asamblea en las que se manifiesta absolutamente satisfecho del deber cumplido al frente de la Asamblea Nacional. Un deber que, a juzgar por sus propias promesas al asumir el cargo, a cuya obtención entregué mi apoyo por considerarlo el político de más alcurnia y mejor preparado para dicha gestión entre tanto amateur y aficionado, como los que lastran la dirigencia opositora en el momento más crucial y trágico de nuestra historia democrática. Una gestión que para nuestra inmensa desgracia se signa no sólo con el absoluto fracaso en el logro de las iniciativas anunciadas al comienzo de su gestión – la remoción del ilegítimo e inconstitucional presidente de la república y la liberación de todos los presos políticos – , sino, lo que constituye un grave traspiés para el conjunto de las fuerzas democráticas y la historia misma de la República, con la muerte culposa de la más importante iniciativa democrática, pacífica y constitucional, en la que obedeciendo la trascendental iniciativa de Henrique Capriles se empeñara por lo menos un 80% de la ciudadanía: la realización del Referéndum Revocatorio.

Un saldo tan catastrófico que en cualquier sociedad mínimamente saneada política y moralmente hubiera acarreado consecuencias definitorias para todos sus responsables. De entre los cuales es el máximo líder de la socialdemocracia venezolana, junto al líder de Primero Justicia y actual presidente de la asamblea, uno de sus principales causantes. Al permitir quebrar la voluntad colectiva y plegarse a un diálogo vil, ruin y traicionero. Así contara esta vez con el precipitado y falso manto de santidad otorgado por quien no ha mostrado el más mínimo interés en auxiliarnos verdaderamente en este difícil trance. Toda vez que privilegia, al igual que el presidente de los Estados Unidos Barak Obama, el auxilio a la tiranía cubana, de la que hemos terminando siendo víctimas propiciatorias.

Demostrativo del amargo, frustrante y minusválido momento político que vivimos: ninguno de ellos ni quienes los acompañan en la dirección de sus partidos, para qué hablar de sus comparsas, algunos de sus burócratas indignos de actuar en nombre del pueblo que sufre la catástrofe que nos abruma, pero también miembros conspicuos de la llamada socialdemocracia venezolana e internacional, han mostrado la más mínima iniciativa en responder con una elemental autocrítica a fallo tan descomunal. Que venía a repetir matemáticamente, con un año de diferencia, el diálogo con el que traicionaran en abril del 2014 la histórica rebelión popular contra la dictadura puesta en acción por Voluntad Popular, Vente Venezuela y ABP llamada LA SALIDA. Trágicamente fracturada con su explícita colaboración.

Es insólito que tras tan graves responsabilidades en el fracaso opositor su liderazgo no haya procedido como dicta un justo, racional y correcto proceder. Vale decir: convocando a sus respectivas colectividades a un análisis sincero, descarnado y provechoso de los errores acumulados a lo largo de este año verdaderamente horrible para las aspiraciones democráticas de nuestro pueblo. Y asumiendo con valentía la rendición de cuentas y las medidas disciplinarias correspondientes. ¿Cómo habrían de luchar en defensa de la democracia quienes se comportan en sus propios partidos como unos autócratas? ¿No basta el ejemplo del más excelso de nuestros estadistas, Rómulo Betancourt, quien se negara de plano a eternizarse en su liderazgo, rechazara la reelección presidencial y se apartara de su partido y de su país en la esperanza de que otros siguieran sus huellas y asumieran el liderazgo que las circunstancias demandaban? ¿Son líderes o propietarios de sus colectividades?

Haber desoído las advertencias de quienes insistimos en prevenir contra todo diálogo que no tuviera otra intención que fracturar las fuerzas opositoras en ascenso constituye un delito de lesa política, indigno de políticos experimentados y conscientes de la naturaleza totalitaria de las fuerzas castrocomunistas que nos dominan. ¿O debemos deducir, con la mejor intención, que los máximos dirigentes de la MUD desconocen dicha naturaleza y, por lo tanto, ignoran los propósitos estratégicos de lo que, peor que una dictadura, es una vulgar satrapía al servicio de la tiranía castrista? Vale decir: una dictadura colonial, tele comandada desde La Habana y estrictamente al servicio de la manutención de la parasitaria, improductiva y cruenta tiranía castrocomunista? ¿Frente a la cual no cabe otra patriótica disposición que el rechazo frontal, absoluto e indeclinable?

Se entiende que políticos amamantados en las ubres del socialcristianismo, marcados a fuego por el paternalismo preconciliar de su máximo líder, en perfecta sintonía con las doctrinas políticas de la Iglesia, y reciclados por una desaforada ambición de Poder a cualquier precio, desconozcan las leyes que rigen el enfrentamiento entre totalitarios y demócratas en circunstancias de una crisis de excepción, antesala de la imposición de una dictadura constituyente, como la marxista en su faceta castro cubana. Por la que hasta el actual papa Francisco parece seducido. Para quienes, en el colmo de la traición a los principales postulados del Occidente parido en el fulgor de la Revolución Francesa la igualdad es un valor supremo, así sea al precio de la libertad. Pero no se entiende que ese menosprecio al incalculable valor de la libertad sea compartido por quien ha demostrado un acuciosa, documentada y honda comprensión del liberalismo como valor sustantivo de la democracia moderna.

Una sobre dimensionada valoración de lo que los alemanes definieran en el Siglo XIX como “real Politik”, una comprensión mostrenca y mercantil, utilitaria y cobarde de la política como manipulación de lo posible y desprecio por los altos valores éticos y morales de la acción política misma, una despreciable subordinación de las aspiraciones colectivas a lo que la fuerza del adversario permite, parece haber arrasado con todos los presupuestos heredados de Rómulo Betancourt y los mejores espíritus surgidos de la generación del 28. Para los cuales la libertad era tan esencial, que estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas en aras de combatir la tiranía y construir la democracia. Y las sacrificaron. Una línea indeleble de sacrificio y patriotismo que une el martirologio de ese medio centenar de mártires de La Salida con los caídos en la lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez. Haberlos traicionado en espurias negociaciones es una mancha intolerable en la conciencia democrática nacional. En sus manos la política se ha rebajado a la contable administración de las pequeñas parcelas de poder concedidas por la satrapía. Acomodarse a lo que la satrapía permite, hacerse fuertes e inamovibles en sus cargos al frente de sus partidos, negarse a combatir sus abusos, atropellos e iniquidades y conformarse con plegarse a lo que dicta la violencia de sus ejecutorias es no sólo la evidencia de la incapacidad congénita de su acción al frente de la llamada Mesa de Unidad Democrática. Es prueba de la traición consumada a las más altas aspiraciones que dieran vida a nuestra República. Es la causa de la tragedia que hoy sufrimos.

Percibo en el trasfondo de su comportamiento, auxiliados por el desinterés de quienes tienen perfecta comprensión de nuestras principales taras políticas pero se niegan por comodidad u oportunismo a combatirlas, la insólita creencia en que el régimen caerá por su propio peso,la libertad nos caerá del cielo, por la simple maduración de las condiciones, por el fracaso total de la satrapía, la auto impuesta retirada de las tropas cubanas y la acumulación de contradicciones nacionales e internacionales. Poco importa el saldo de devastación y ruindad que termine cubriendo este infértil campo de batalla. De allí vuestra tozudez en manteneros al frente de vuestras organizaciones sin dar paso a la necesaria renovación de sus ideas, sus cuadros y sus estructuras. Contando, para la mayor de nuestras desgracias, con el tácito acuerdo del Vaticano y los principales poderes fácticos del planeta. ¿Debemos concluir en que en vosotros no existe el menor interés por ir en rescate de nuestra República y la democracia heredada? ¿Debemos considerar que ya habéis hecho la contabilidad de esta tragedia y preferís quedaros con los despojos que luchar aquí y ahora por la grandeza de nuestra Patria?

En vuestras manos se está perdiendo la República. Ella terminará por perderse si no aceptáis o promovéis una radical renovación de vuestros partidos, aireáis vuestras ideologías y entregáis los corazones con coraje, voluntad y decisión a la defensa viril de la Patria. Esperemos que aún palpite en ellos un amor desinteresado y generoso por la única verdad que somos: Venezuela. @sangarccs
Antonio Sánchez García




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