Armando Martini Pietri:Calma y cordura

Frase que se hizo célebre en la Venezuela ensangrentada, y al mismo tiempo con nueva rebeldía, que asumió el general en jefe Eleazar López Contreras tras la muerte del Benemérito Juan Vicente Gómez. Era otro país, pero igual estallaban rencores, olvidos y sufrimientos de la feroz tiranía gomecista. Por cierto, verdadero fundador de la Fuerza Armada Venezolana (y López creador de la Guardia Nacional) en su concepción moderna, cuando empezaron a formarse y graduarse oficiales adecuadamente instruidos en las escuelas militares.

“Calma y cordura” pronunciaba con su ronca voz López Contreras desde su presidencia de facto, cuando afrontó el primer paro de la industria petrolera, y las masas, ya sin el miedo a la grotesca brutalidad implacable de gomecistas, llenaban las estrechas calles caraqueñas clamando cambios, exigiendo venganza, reclamando servicios y prebendas.

“Calma y cordura” recomendaba el tachirense de Queniquea en cuyo gobierno se promulgó la Constitución de 1936, a los herederos y favorecidos del gomecismo, a jóvenes oficiales que miraban por encima del hombro a los viejos coroneles y generales “chopo ‘e piedra” que se habían ganado sus galones defendiendo los intereses y haciendas de “el bagre” –como llamaban a Gómez sus detractores–, y tras su muerte se sintieron abandonados y detestados.

“Calma y cordura” proponía a los líderes políticos con ideas nuevas que exigían se aplicasen de inmediato, quien en 1939 ofreció asilo a los judíos errantes de los llamados “barcos de la esperanza”.

Al también fundador del Banco Central de Venezuela le sobró muñeca firme a la vez que paciente y comprensiva para ir llevando paso a paso aquel país que imaginaba y deseaba libertades, que no quería más tiranías, que sembraba raíces nuevas que durarían, y que sigue atando bases para un espíritu democrático que los venezolanos desde entonces, incluso los que siguen creyendo que Venezuela solo es un país rico manejado por ignorantes, tontos, bandidos, ladrones y cómplices, seguimos sosteniendo.

Ni siquiera en los momentos de mayor poder y popularidad de Hugo Chávez, la mayoría civil venezolana erradicó de sus pensamientos y voluntades el espíritu y convicción democráticos. Igual que los políticos de siempre oficialistas y opositores, no pueden dejar de enarbolar el concepto de democracia porque serían rechazados.

“Calma y cordura” es lo que necesitamos hoy, no para soportar los abusos, tosquedades y delitos de un oficialismo con jefes pero sin guía, sino para no olvidar jamás lo que somos en realidad, recordar que no importa si la cabeza baja pero el alma sigue erguida, para analizar, definir el mapa y los caminos para la defensa de nuestros derechos y deberes éticos constitucionales.

“Calma” para pensar, reflexionar como se debe, paso a paso y analizando en detalle. “Cordura” para hacerlo con visión amplia, astucia y sensatez. El tigre, el león, el tiburón, el águila, el gavilán, no se lanzan a la batalla sin estudiar y analizar cada detalle. Dan vueltas, observan, husmean, miran cada movimiento y cuando tienen todos los datos en la cabeza, atacan y ganan.

La oposición ciudadana se ha lanzado muchas veces en ataques políticos contra muros que no ven o cuya fortaleza calculan mal. Debemos tener calma y cordura, más calma y más cordura mientras más angustiados, hartos e impacientes estemos. Como sucedió en los alrededores del hospital Vargas, en la Escuela de Medicina –para ser precisos–, que sean los colectivos oficialistas engatusados por la barbarie madurista los que se den los topetazos, mientras más golpes se den más seguirán perdiendo ante la opinión pública a la cual más argumentos y coraje darán, al mismo tiempo que menos fuerza y valor tendrán. Nadie se da porrazos contra las paredes toda la vida, y dentro del madurismo cada día son más los que se van indigestando e hinchándoseles las duras cabezas y los puños violentos.

“Calma y cordura” deberemos tener, y mucha, para conducir con pulso firme y buena mano el próximo gobierno, que obligatoriamente –so pena de un estridente fracaso y estupidez imperdonable– deberá ser de unidad, acuerdos y de transición para mayor solidez, y por eso mismo el único posible entre el despeñadero al cual nos han traído castristas y uniformados maduristas, y el lento y duro camino de ascenso hacia nuevas cúspides.