Pero en Bielorrusia la reflexión no conlleva silencio: a diferencia de otros países la campaña electoral está en pleno apogeo.
Además de Lukashenko, que participa por cuarta vez en los comicios y es hasta ahora el primero y único presidente que ha tenido Bielorrusia, aspiran a la jefatura del Estado varios representantes de la oposición liberal y nacionalistas bielorrusos.
La participación de tantos candidatos, a juicio de la oposición, no debilita sus posibilidades de éxito, ya que el objetivo es atraer a la mayor cantidad posible de electores a fin de conseguir una segunda ronda, en la que Lukashenko tendría que enfrentarse al candidato opositor más votado.
Entre tanto, los dos principales bandos, a los que se atribuyen las mejores posibilidades en estas elecciones, el del actual jefe de Estado y la oposición liberal, no dudan de sus respectivas victorias.
La presidenta de la Comisión Electoral Central, Lidia Yermóshina, expresó la seguridad de que el resultado se decidirá ya en la primera ronda y ella podrá «celebrar tranquilamente la Navidad».
A juicio del Stanislav Shushkevich, predecesor de Lukashenko y primer jefe de Estado de la Bielorrusia independiente (por ser entonces el presidente del Parlamento), si no hay fraude electoral, ningún candidato obtendrá mayoría absoluta en la primera ronda y en la segunda Lukashenko será derrotado.
Ya antes de la jornada de votación la oposición ha denunciado el fraude.
Vladímir Nekliáev y Andréi Sánnikov, considerados los favoritos entre los candidatos opositores, anunciaron su propósito de presentar las pruebas del «pucherazo» a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y a las embajadas de los países que enviaron a sus observadores.
Según ellos, el fraude se ha cometido en la votación preliminar, en la que, según datos oficiales, durante cuatro días ya participó el 17,4 por ciento de los electores.
Al mismo tiempo, a la oposición le fue denegada la exigencia de mantener su presencia permanente en las comisiones de los colegios electorales, donde sus representantes solo representan el 0,025 por ciento.
Por tanto, han llamado a sus electores a reunirse mañana después de que termine la votación en la céntrica Plaza de Octubre para denunciar el fraude y exigir la celebración de nuevas elecciones presidenciales «sin Lukashenko», que lleva 16 años en el poder.
Como las autoridades ya han montado en la Plaza de Octubre una enorme pista de patinaje en torno al árbol de Navidad, los opositores, para no resbalar, concurrirán con saquitos de sal y arena.
Por su parte, las autoridades ya declararon ilegal la futura concentración y la radio y televisión estatales no se cansan de repetir que aquellos que salgan a la calle actuarán «en contra de los intereses del país» y serán castigados por sus acciones ilegales.
«Si se confirman las evidentes violaciones no reconoceremos los resultados», declaro Andréi Sánnikov, líder de la campaña ciudadana «Bielorrusia europea» y uno de los favoritos opositores.
En caso de fraude Sánnikov prometió sacar a la calle a «decenas de miles» de personas y aseveró que ya tiene un «plan de acciones», que serán «estrictamente pacíficas».
Por su parte, el jefe del KGB (Comité de Seguridad del Estado) de Bielorrusia, Vadim Záytsev, dijo que la situación en el país en vísperas de las elecciones es «estable y absolutamente controlable».
Para controlar la votación de los más de siente millones de electores se encuentran en Bielorrusia observadores de la OSCE y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y de varios países, así como centenares de periodistas extranjeros