La novia de Eugene ––con la que éste se peleaba y se reconciliaba a menudo–– declaró que él la despertó a las 5:30 a.m. para decirle que iba a reunirse con un “amigote”. Ella dijo que le pareció extraño que estuviera revolviendo el armario tan temprano en la mañana. No dio el nombre del amigo ni dijo a dónde iba. Le dio un beso en los labios y le dijo: “Te amo”.
Poco después, abandonó el apartamento que compartía con ella en el centro de Broward.
“Le dije que se cuidara y que yo también lo amaba. Cuando salió por la puerta, la cerré y seguí durmiendo”, indicó la novia, que habló con The Miami Herald el miércoles, pero pidió que su nombre no sea revelado. Dijo que le pareció raro que él saliera de la casa tan temprano, pero que no lo presionó.
Una hora después de su partida, Eugene la llamó a su teléfono celular. “Me llamó y me dijo que su coche se había averiado. Dijo: ‘Volveré a casa, pero voy a llegar un poco tarde’. Después dijo: ‘Te llamaré de nuevo’”. Esa fue la última vez que la novia de Eugene supo de él.
Relató que alrededor del mediodía del sábado se sentía incómoda. Se metió en su coche para buscar a Eugene, pensando que aún podría estar varado en alguna parte. Condujo a través de North Miami y Miami Gardens, vecindarios familiares que Eugene frecuentaba para visitar a amigos y familiares.
“Me sentía preocupada. No podía hacer nada. Seguí llamando al teléfono”, afirmó. “Dejé mensajes que decían: ‘Rudy, llámame, estoy muy preocupada’”.
Amplió que Eugene nunca le había dicho a dónde iba esa mañana, y ella se sorprendió al escuchar los informes de que había estado en South Beach, horas antes de que atacara a un desamparado, Ronald Poppo.
Relató que el día anterior él le dijo que no quería ir a South Beach, debido a la fuerte presencia policial por las festividades de Urban Beach Week. Eugene había sido arrestado en el pasado por posesión de marihuana, le dijo que no quería ser arrestado.
En la noche del sábado aún no había tenido noticias del hombre al que ella llama “mi bebé, mi corazón”. Encendió el televisor para ver las noticias de la noche y escuchó una historia surrealista: un hombre desnudo, cerca del edificio de The Miami Herald, se abalanzó sobre un desamparado y le comió la cara. El hombre, con trozos de carne que le colgaban de los dientes, fue muerto a tiros por la policía.
“Me dije a mí misma: ‘¡Dios mío, eso es una locura’”, dijo. “Yo no sabía que se trataba de Rudy”.
Durante todo el día domingo hizo llamadas telefónicas para preguntar a sus amigos si habían visto a Eugene, y de nuevo recorrió las calles de North Dade en busca de su novio.
A las 11 a.m. del lunes recibió una llamada de un miembro de la familia de Eugene.
La persona que llamaba gritó la terrible noticia en el teléfono: “Rudy está muerto, Rudy está muerto”.
“De inmediato empecé a gritar”, dijo. “No sé cuándo colgué el teléfono, me puse histérica”.
Pero no fue hasta la tarde, cuando salió de su casa para llorar con el resto de la familia de Eugene en North Miami Beach, cuando escuchó noticias aún peores: el hombre al que todo el mundo estaba llamando el Zombie de Miami, era su novio.
Su reacción fue de incredulidad. “Ese no es Rudy, ese no es Rudy”, recuerda que decía en voz alta, en estado de choque.
“Nunca volveré a ser la misma”, confesó.
El hombre que estaba siendo presentado por los medios de comunicación como un “devorador de caras” o un “monstruo” no es el hombre que ella conocía, comentó.
Fumaba marihuana a menudo, aunque recientemente había dicho que quería dejar de fumar, pero no usaba drogas fuertes, e incluso se negaba a tomar medicamentos sin receta para enfermedades simples como dolores de cabeza, según ella. Era dulce y de buenos modales, recalcó.
La novia de Eugene tiene su propia teoría sobre lo que sucedió ese día. Cree que Eugene fue drogado sin saberlo. La única otra explicación, dijo, es sobrenatural: la de que alguien le echó una maldición de vudú. La novia, que a diferencia de Eugene no es haitiana, dijo que ella nunca había creído en el vudú, hasta ahora.
“No sé de qué otra manera explicar esto”, indicó.
Ella y Eugene se conocieron en el 2007. Mientras se encontraba en el tráfico en una calle de Miami, Eugene se detuvo junto a su auto y le indicó que bajara la ventanilla.
Ella lo hizo. “Pensé que era lindo. Le grité mi número y él me llamó en ese mismo momento. Nos conectamos de inmediato”.
Su relación de cinco años tuvo momentos difíciles. Se separaron durante varios meses en una ocasión, y luego volvieron a reunirse. Aseguró que sus problemas eran mayormente “de comunicación”.
Señaló que Eugene trabajó en un lavado de autos y que quería tener su propio negocio algún día.
Durante el tiempo que estuvieron juntos —relató—, Eugene se sentaba con ella por las tardes en la cama o en el sofá para leerle la Biblia. La llevaba consigo dondequiera que iba y a menudo citaba versículos de la misma a amigos y familiares, subrayó.
“Si alguien andaba perdido o no conocía a Dios, él les hablaba”, dijo. “El creía en Dios”.
Confesó que llora a menudo. La ropa y los zapatos de Eugene todavía están en su closet.
“Algo fuera de lo común pasó ese día. Yo no quiero que lo llamen el Zombie de Miami”, dijo. “El era un ser humano. Yo no quiero que lo recuerden de esa manera”.
El nunca fue violento con ella, afirmó.
Pero, según actas policiales, Eugene actuó con violencia al menos una vez y fue arrestado por cargos de asalto. En el 2004, amenazó a su madre y rompió muebles durante una disputa domestica, según los archivos del Departamento de Policía de North Miami Beach.
El reporte policial afirma que Eugene “asumió una posición de combate, con los puños cerrados” y amenazó a uno de los policías que acudieron.
La policía tuvo que usar un taser para someterlo.
“Gracias a Dios que están aquí, él me hubiera matado”, dijo a los agentes la madre de Eugene, Ruth Charles, según el reporte policial. Declaró a los agentes que, antes de que ellos llegaran, su hijo le había dicho: “Te voy a poner una pistola en la cabeza y te voy a matar”.
El miércoles, Charles dijo que, a pesar del incidente, ella y su hijo tenían una relación estrecha.
“Yo soy la persona que él más quería… él era un buen muchacho… él no era un delincuente”, afirmó a CBS-4, asociada noticiosa de The Miami Herald, en su casa de Miami Gardens.
Charles indicó a la estación que ella estaba hablando por primera vez para defender a su difunto hijo.
“Todo el mundo dice que él era un zombie, pero yo sé que él no es un zombie; él es mi hijo”, afirmó.
Amplió que el hombre que devoró el rostro de otro ser humano no era el hijo que ella conocía.
“No sé que le inyectaron para convertirlo en la persona que hizo eso”, apuntó, haciendo el gesto de inyectarse algo en el antebrazo.
Un amigo de Eugene desde que ambos eran adolescentes declaró el miércoles a The Miami Herald que Eugene había tenido problemas en los últimos años.
Joe Aurelus aseguró que Eugene le había dicho que quería dejar de fumar marihuana, y que amigos de Eugene estaban enviándole versículos de la Biblia.
“Yo estuve con él hace apenas dos semanas”, dijo. Ellos vieron una película en casa de un amigo, y Eugene tenía una Biblia en la mano.
“El estaba teniendo muchos problemas con su familia ” y saltando de un empleo a otro, dijo Aurelus.
“Rudy estaba batallando con el diablo”.