Carlos Blanco:La oposición ni está unida ni tiene plan


Es muy frecuente encontrarse con gente que dice que lo triste de todo es que la oposición no tiene plan para administrar el país una vez que la pandilla gobernante salga “de palacio”, como pomposamente decía el difunto. Esta idea está muy arraigada en personas del ambiente intelectual y político, sobre todo en el exterior, que marcan con cierta intensidad las carencias en los demócratas venezolanos.

Las razones de esta percepción son variadas. La desunión es un hecho que se advierte en los contradictorios objetivos que unos y otros postulan, lo que se exacerba en las conversaciones que sostienen en el exterior algunos dirigentes que apelan al buenismo; al estilo “no estamos de acuerdo con las sanciones de Estados Unidos a los jerarcas del régimen”, “queremos más jarabe de diálogo zapateril”, entre otras maneras de expresar tibieza, falta de determinación, carencia de coraje moral y blanduras inexcusables. Desde lejos se ve a un pueblo decidido a cambiar y decidido a hacerlo, pero de cerca aparece este agudo acné en el contradictorio rostro opositor. Al parecer esta conducta paradójica emerge de la oscura y torva necesidad de no aparecer como “radicales”.

Esa falta de unidad a veces es vista como una tragedia, en vez de vérsela como una dinámica de redefiniciones. Sin duda, va a separar a los que no quieren hacer olas antes de las elecciones, que supuesta y constitucionalmente deberían realizarse a finales de 2018, de los que consideran que debe hacerse un esfuerzo supremo por el reemplazo del régimen lo más pronto posible.

En el tema del plan se suele responder con más asertividad. Por supuesto que hay no uno, sino decenas de planes de gobierno. Cada candidato, sea profesional, aficionado, secreto o embrionario, tiene su programa, sus ideas, sus planteamientos para el nuevo gobierno. Algunos planes son estatistas a la manera tradicional; otros son más abiertos, y pocos francamente liberales. La pregunta es por qué, habiendo tanto dónde escoger, muchos amigos de la causa democrática no ven un plan.

Lo que parece reflejar esa visión es que la pregunta no es por un plan de gobierno sino por un plan para ser gobierno. No se trata de lo que harás una vez que llegues a Miraflores, sino de qué es lo que hay que hacer para llegar a Miraflores y, sobre todo, sostenerte.

Aquí es donde el plan y la unidad se encuentran. Si el objetivo es el remplazo constitucional del régimen en el corto plazo, tiene que haber un plan y una alianza para lograrlo. Esta es la cuestión a la que hay que responder.




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