Carta de Eveling Trejo a Manuel Rosales a un año del exilio


  eveling-320x240 CARTA DE LA SEÑORA EVELING DE ROSALES A SU ESPOSO MANUEL ROSALES.

A un año de tu salida al exilio, evadiendo a la muerte para poder seguir construyendo la vida, hemos venido a reivindicar tu luminosa presencia. No porque tengas urgencia o lo estés solicitando, sino porque lo sentimos nosotros aquí en nuestros corazones como una necesidad vital. Para nosotros eres y serás siempre, el esposo y compañero, el padre ejemplar, el amigo entrañable, generoso y el líder de un pueblo que se resiste a olvidarte. Pero por sobre todas las circunstancias, eres y serás un gran zuliano que se definió a sí mismo, como una hoja mas del gran árbol humano que somos todos.

Cuando reivindicamos la presencia de Manuel, levantamos entre nosotros al constructor de voluntades, al forjador de ciudadanos para la amistad, la paz, la libertad y la modernidad. Al hombre que nunca se detuvo a mirar el objeto, sino al ser humano que lo rodea. El hombre que vio el pan y preguntó por el panadero. Vio el Cántaro y quiso abrasar al artesano que modeló la arcilla. Que vio el pez y se interesó por el pescador. Al hombre que nos enseño a ver en las multitudes humanas, la génesis de todas las pasiones y de todas las emociones del mundo.

Conocemos que es un hombre apasionado, porque su obra contribuyó a profundizar en todos nosotros, el amor por su Maracaibo y por el Zulia profundo, de su lago, sus ríos y su Chinita.

Sabemos que es un gran político, porque sembró su palabra en tiempos de conflictos y con ella alentó las esperanzas de miles en luminosas ciudades de justicia.

Mientras andaba con nosotros por estas calles y por estas tempestades, llegó a convertirse casi en un mito. Luego de su exilio, se ha convertido en una fuerza necesaria, cuya ausencia duele profundamente, sobre todo a los mas necesitados.

Su obra asciende como un espiral que se inicia aquí y recorre toda su Venezuela, desde profundas sombras vegetales, hacia la plenitud de la luz natural, vital y social, que luego se repliega al final de todos estos días en que ha estado ausente.

Esa es la hora en que se desarticula la vida del país que Manuel ama inmensamente. También surge el ruido de sus nuevas gestas, a orillas del Pacífico, en el Perú de Atahualpa y de Garcilazo. Allí permanece por ahora, padeciendo la enfermedad que muerde su espíritu sano por no estar con nosotros.

Desde este ángulo insólito de su vida, yo que le he acompañado fielmente, bendigo sus gestos, su mar sin orillas y la tempestad en que se ahoga, porque de allí saldrá venciendo a la amargura de sus soledades y volverá como siempre, con una idea latiendo entre sus manos.

Porque de aquí salió sin rendirse, como “El Cartero” de Pablo Neruda, cuando en la última página del extraordinario relato, El Dictador le ofrece azúcar al Cartero para endulzar su café y éste, con toda su dignidad cubre la taza con su mano y le dice: “No, gracias. Lo tomo amargo”.

Esto de Manuel nació aquí en Maracaibo y entre muchos de quienes hoy acudimos a este encuentro. Y le expresamos nuestra solidaridad y afecto a quien hizo posible una obra social y humana que escapa a la dimensión de algo meramente político, que hasta puede escribirse en idiomas que carecen de escritura.

Desde aquí te decimos Manuel; SEGUIMOS EN LA LUCHA.

Maracaibo, 8 de marzo de 2010

Eveling Trejo de Rosales

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