Los científicos comprobaron que aquellos pacientes del estudio que comían ante la pantalla del PC y realizaban a la vez otras tareas, terminaban picoteando más entre horas que los que no estaban ante una pantalla.
La prueba consistió en separar a dos grupos de personas entre aquellos que almorzaban en una mesa sin distracciones y otros que sí tenían distracciones a su alcance, desde correo electrónico a los típicos solitarios del ordenador o el Facebook.
El resultado fue concluyente: quienes estuvieron ‘entretenidos’ con el ordenador no sólo fueron incapaces de recordar en qué orden se comieron los ‘snacks’ y aperitivos que les ofrecieron, sino que no dudaron en picotear más comida pasadas varias horas del almuerzo.