El campesino, intrigado, se quedó la noche siguiente escondido entre unos arbustos, para ver de dónde salían los misteriosos regalos. Vio entonces que se acercaba un hombre con una tercera bolsa de monedas de oro. Salió el campesino para agradecerle. Reconoció que se trataba de Nicolás, un joven religioso de familia muy rica.
Nicolás había visto las dificultades que pasaban el campesino y sus hijas para sobrevivir y había decidido regalar a cada una de ellas una cantidad de monedas de oro. No lo había hecho abiertamente, para no avergonzarlas.
Pero el padre de las jóvenes se encargó de contar a todo el pueblo el gesto de Nicolás, quien se hizo famoso por su generosidad.
Nicolás de Myra, también conocido como Nicolás de Bari, realmente existió. Fue sacerdote y obispo, hace unos 1.500 años. Después de su muerte, un 6 de diciembre, se le comenzó a recordar haciendo regalos a los hijos en esa fecha.
La Iglesia Católica lo nombró santo. Con el tiempo, la celebración del día de San Nicolás se juntó en algunos países con la cercana fiesta de Navidad. Y también cambió un poco el nombre con que se lo conocía, para convertirse en Santa Claus, o Papá Noel.
La imaginación popular también le dio casa en otros países, bien en el norte, cerca del Polo: para algunos en Finlandia, para otros en Groenlandia. Con su trineo de renos sale todos los años en Navidad a repartir regalos entre los niños del mundo, cuenta la historia creada a partir de una historia real: la de Nicolás de Myra.