Docenas de chefs trabajaron contrarreloj utilizando 9.000 kilos de helado, 91 kilos de bizcochuelo, más o menos 136 de glaseado y trozos de Oreo, para batir el récord anterior que había sido alcanzado en China en 2006.
Una vez terminada la torta y ya reconocida por el Libro Guinness de los Récords, se sirvieron porciones a la multitud que se juntó en la plaza Younge-Dundas. Lo recaudado se donó a la Children’s Miracle Network.
«¿En qué otro lugar comer torta helada puede ayudar a financiar la atención médica, la investigación y los programas educativos para que los chicos canadienses tengan acceso a una atención de primera categoría? Es lo máximo: un trato delicioso y una gran causa», dijo Paul Lethbridge, de la organización benéfica.