Del sueño americano a una batalla campal: «Buenos vecinos»

Buenos vecinos llega a la cartelera venezolana con la aprobación de gran parte de la crítica estadounidense, que la destaca como una de las “mejores comedias del año”.

Eso sí, hay que dejar claro que es una película para los amantes del humor burdo y escatológico con toques machistas, una especie de choque entre Colegio de animales (1978), Ligeramente embarazada (2007) y This Is 40 (2012).

Dirigida por Nicholas Stroller (en su primera aventura sin la protección de Judd Apatow), el filme cuenta con las actuaciones de Seth Rogen (genérico, como siempre), Rose Byrne y Zac Efron, quien deja atrás su rol de niño Disney.

Mac Radner (Rogen) y su esposa Kelly (Byrne) viven el sueño americano, con una bebé y una gran casa incluidas. La pareja de treintañeros, sin embargo, verán cómo se derrumba su idílico mundo cuando descubren que sus nuevos vecinos son miembros de una fraternidad de universitarios liderada por Teddy Sanders (Efron).

     Aunque el matrimonio intenta “divertirse” a la par de los jovenes, recordandos su vida universitaria, terminan claudicando.

La guerra entre vecinos se desata tras una llamada de la pareja a la policía y, a medida que el matrimonio se las ingenia para intentar que expulsen a los universitarios de la zona residencial, estos últimos utilizan todas artimañas posibles para acabar con la paciencia (y la poca cordura) de los nuevos y estresados padres.

Oda a Peter Pan. Como la mayoría de los filmes influenciados por la llamada “escuela Apatow”, Buenos vecinos (Neighbors), se centra nuevamente en un adulto (adultos en este caso) en plena crisis de los 30 o de los 40, de adolescencia prolongada al negarse a madurar dado su complejo de Peter Pan, y que ven una amenza en las nuevas generaciones.

La película, además, también toca el tema (superficialmente) de la incertidumbre de los jóvenes norteamericanos ante su futuro post universidad y la manera de encubrir sus miedos con fiestas y más fiestas.

Con cerca de 230 millones recaudados en la taquilla a escala global, no queda duda que la cinta logró conectar con gran parte del público, a pesar de ser una propuesta con demasiados lugares comunes. situaciones forzadas y un humor repetitvo bastante ochentoso, centrado en los mismos chistes de siempre de penes, pedos y drogas.

Correctamente filmada, la película destaca algunos momentos graciosos (la fiesta de disfraces de personajes de Robert De Niro es uno de ellos), pero en líneas generales es irregular, con una débil esbozo de sus personajes.