Efraín Rincón, @EfrainRincon17: ¡No nos dejen solos, por favor!

EFRAÍN RINCÓNEFRAÍN RINCÓN

Efraín Rincón, @EfrainRincon17: ¡No nos dejen solos, por favor!

Venezuela está en los ojos de la comunidad internacional. Son muchas las naciones que  realizan esfuerzos para contribuir con la solución de la crisis del país; de verdad, muchas gracias por sus gestiones y diligencias pero, créanme, no son suficientes. La crisis de Venezuela es peor, mucho peor, de lo que transmiten las noticias internacionales y los voceros de la oposición nacional. Hay que vivir puertas adentro la tragedia venezolana para tener una visión exacta de esta crisis de dimensiones colosales.

Este es un problema que debemos resolver los venezolanos, pero con el avasallante agravamiento de la crisis y el cierre de salidas pacíficas y electorales por parte del régimen, la intermediación internacional es imprescindible. Solos no podremos salir de este caos que amenaza con destruir los cimientos de la sociedad venezolana, porque sus instituciones democráticas y la economía ya están en ruinas. El farol de la libertad y la democracia que fue Venezuela para América Latina, lo arrasó una izquierda trasnochada, resentida, corrupta e incapaz que sembró en nuestro suelo el peor experimento ideológico que el continente americano conoció jamás. Esa es también una peligrosa amenaza para la región, por tal razón el caso venezolano debe interesarles a los gobiernos democráticos del mundo sin distracciones de ningún tipo, so pena de sufrir las graves calamidades derivadas de las perversiones de la dictadura chavista-madurista del siglo XXI.

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Observamos con interés y beneplácito todo cuanto están realizando naciones, organizaciones y foros internacionales por Venezuela, pero el tiempo de la diplomacia no entiende nuestra premura, ni tampoco las angustias que nos amilanan cada día. A nuestro pueblo se le agotan las fuerzas, la voluntad y la paciencia para seguir esperando por reuniones tardías que no llegan a nada, o por decisiones que no afectan el control político que el régimen mantiene sobre la nación. A pesar del cerco internacional que se cierne sobre la dictadura, proyecta a lo interno mayor control y dominio político, social y económico. Están más envalentonados que nunca y se sienten dueños absolutos de la voluntad de los venezolanos. Definitivamente, estamos frente a un régimen cuya base del poder descansa en el hambre de los venezolanos; la pobreza y la miseria de nuestra gente se constituye en el nutriente de esta revolución, cuyo único objetivo es mantenerse en el poder para ejecutar su obra maestra, la ruina de una nación que, según todas las estimaciones y pronósticos, era inarruinable.

Naciones demócratas del mundo, ayúdennos a rescatar la libertad y la democracia de nuestro país. No hacerlo sería un fuerte golpe contra la libertad, valor supremo de las sociedades contemporáneas. No esperen mucho tiempo porque podría ser tarde. El régimen violó flagrantemente la Constitución y eliminó la autonomía de las instituciones republicanas para instaurar un modelo absolutamente servil a sus apetencias y caprichos, respaldado por elecciones fraudulentas que han socavado el valor ciudadano del voto como mecanismo de lucha y cambio político. Lograron que una minoría, aborrecida por la inmensa mayoría nacional, detente todo el poder del país, sin restricciones de ninguna índole. Todas sus tropelías son justificadas con leyes, sentencias y decretos fabricados por obscuros personeros que vendieron su dignidad al diablo.

La República hecha añicos, la economía en estado terminal y los venezolanos embargados por la tristeza y la desesperanza, es el cuadro desolador que tiene nuestra patria. Gobiernos libres del mundo, actualmente, el salario mínimo del 80% de los venezolanos –al cambio de hoy 19-12-2017- es de apenas 3,80$ mensuales. Un kilo de carne cuesta 1,25$; un kilo de queso está en 1,66$, y un cartón de huevos -30 unidades- tiene un valor aproximado de 1,25$. Sólo esos tres rubros suman 4,16$, es decir 0,36$ más que el salario mínimo. Como pueden darse cuenta, ni la cantidad ni la variedad de alimentos son suficientes para alimentar a una familia por pequeña que sea a lo largo de un mes. Además de los alimentos, la familia requiere cancelar gastos de transporte público, vivienda, vestidos, educación, medicinas, entre los más apremiantes. Pero el dinero no alcanza por más esfuerzos que hagamos para estirarlo. Sencillamente nuestro pueblo está pasando hambre; estamos frente a la hambruna más dramática experimentada por alguna nación suramericana en los últimos tiempos. Nuestra gente come de la basura; los niveles de desnutrición son alarmantes. Los bebés están muriendo por hambre y por falta de medicinas; los enfermos crónicos dan gracias a Dios por un nuevo día de vida, cuando saben que sus días están contados porque la dictadura impide que se abra un canal humanitario que les provea los medicamentos para aliviar sus dolencias. Esta dictadura no tiene humanidad ni compasión con sus semejantes, la vida de los venezolanos no tiene ningún valor para el régimen.

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Por si fuera poco, entramos por vez primera en la historia, en el ciclo de la hiperinflación que impide que vivamos con una mínima calidad de vida, no importa si ganamos mucho más que el salario mínimo, porque ese cáncer lo devora todo. El bolívar es una quimera, un mal recuerdo de la Venezuela petrolera que llegó a tener la moneda más fuerte del mundo. En un país petrolero no hay gasolina, el caos reina por doquier y cada día es más difícil realizar las labores del poco trabajo que aún queda. La verdad es que en Venezuela no vivimos, a duras penas sobrevivimos, frente al derroche grotesco e inmoral de una minoría de enchufados que se robó miles de millones de dólares, provocando una miseria pavorosa que empieza a quebrar la dignidad de la gente. El voto en Venezuela vale una bolsa de comida que a duras penas alcanza para un día o, los que tienen más suerte, reciben un bono que probablemente no podrá ser canjeado por alimentos. Mientras más miseria, más poder tiene la revolución. La ciudadanía, aspecto vital para alcanzar el desarrollo de las sociedades democráticas, es algo que carece de valor alguno para los rufianes que nos mal gobiernan.

La patria de Bolívar que se ufanó de libertar a cinco naciones latinoamericanas, hoy es víctima de un régimen oprobioso que secuestró la libertad y el progreso, dilapidando el valor de la democracia como instrumento que diferencia a la civilidad de la barbarie, al progreso de la miseria. Gobiernos libres del mundo, le pedimos que volteen su mirada a nuestra amada patria, que tengan el coraje y la determinación de retribuirle a Venezuela todo lo que hizo para combatir las tiranías y enarbolar la bandera de la libertad. No se olviden que este padecimiento es un virus que puede inocularse en el alma de sus pueblos. ¡Por favor, no nos dejen solos!


Profesor Titular Emeritus de LUZ




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