El daño psicológico que dejan las cenizas

Vuelos cancelados, centros turísticos paralizados, cientos de miles de ovejas en peligro de morir… Hace más de un mes que los titulares de la prensa argentina informan sobre el devastador efecto que está teniendo en el país la erupción del volcán Puyehue, en Chile.

Luego de que se informara que las cenizas que despide el volcán -que entró en actividad el 4 de junio- no son tóxicas, la atención principal pasó por el impacto económico que está teniendo el siniestro en la región patagónica, el principal destino turístico de Argentina en esta época invernal.

Pero mientras muchos se enfocan en cuantificar las pérdidas, otro aspecto negativo del siniestro ha pasado más desapercibido: el daño psicológico que está causando el fenómeno.

Los efectos sobre la salud mental son más notorios en Villa La Angostura, el poblado argentino más cercano al volcán (está a menos de 40 kilómetros).

La municipalidad de esa localidad le dijo a BBC Mundo que allí cayeron más de 4,5 millones de metros cúbicos de arena volcánica, formando una capa de unos 30 centímetros de espesor.

La magnitud del desastre hizo que las autoridades decretaran un «alerta roja», que insta a los habitantes a permanecer dentro de sus hogares.

Además de padecer el encierro, los locales también han sufrido por los continuos cortes de energía provocados por los daños a los sistemas de transmisión.

La angustia de la oscuridad

Federico Wernicke, párroco de Villa La Angostura, le dijo a BBC Mundo que lo peor fueron los primeros diez días, en los que no hubo electricidad.

«El problema es que en esta época del año hay muy poca luz natural. A las 17:00 horas ya se hace de noche y recién se hace de día como a las 09:00», relató.

«Con la oscuridad, llegaba la angustia, sobre todo en los niños», afirmó.

Según el psicólogo Guillermo Alfieri, la falta de luz fue el principal factor estresante durante los primeros días posteriores a la erupción.

Alfieri forma parte del equipo de abordaje psicosocial de la Dirección Nacional de Salud Mental, un grupo de especialistas enviados a Villa La Angostura por el Ministerio de Salud para asistir psicológicamente a las víctimas del volcán.

«La angustia es uno de los síntomas esperables tras una situación catastrófica como la que se vive aquí», le dijo a BBC Mundo desde la localidad patagónica.

Otros síntomas comunes en este tipo de situación -según el especialista- son el insomnio, los ataques de pánico, la ansiedad generalizada y los trastornos en el comportamiento.

Incertidumbre

Alfieri, quien formó parte del primer equipo de asistencia que llegó 12 días después de que el Puyehue entrara en actividad y actualmente se encuentra realizando una segunda misión de ayuda, le dijo a BBC Mundo que otro de los principales factores que afectaron a los locales fue la incertidumbre, por la falta de información respecto a lo que estaba pasando.

«La mayoría de los pobladores nunca había experimentado una erupción volcánica y existía mucho temor de que pudiera haber un terremoto u otra catástrofe», recordó.

Por eso, una de las primeras tareas de su equipo fue informar a la gente sobre la actividad del volcán y sobre lo que puede esperarse.

Ahora, a más de un mes de la primera erupción ya no existe el mismo temor a lo desconocido, pero persiste la incertidumbre por otra inquietud: ¿hasta cuándo caerá la ceniza?

La falta de una respuesta clara a esta incógnita hace que muchos padezcan ansiedad y preocupación respecto al futuro.

Según el padre Wernicke, los más afectados son las personas de menos recursos, que no cuentan con los medios para sobrevivir un período largo de inactividad.

«Villa La Angostura depende del turismo y con las cenizas todo está paralizado», le contó a BBC Mundo el sacerdote.

«Además, las personas de clase más acomodada, que son los que usualmente emplean a los más humildes, abandonaron la ciudad», dijo.

Tensión entre vecinos

La decisión de unas 3.000 personas (casi un cuarto de la población) de dejar Villa La Angostura generó tensión con quienes decidieron -o se vieron forzados- a quedarse, relató Alfieri.

Para el psicólogo y el resto de su equipo, uno de los principales desafíos fue «reestablecer el tejido social».

«Recuperar los lazos sociales, que estaban fracturados, fue una de nuestra tareas primordiales», dijo el experto, quien señaló que en la interacción y el fortalecimiento de las redes sociales está la clave para salir adelante en este tipo de desastre.

El grupo de expertos enviados por el gobierno concluirá sus tareas esta semana y a partir de entonces la salud mental de los vecinos de Villa La Angostura quedará en manos de un equipo de especialistas locales.

Si bien se desconoce hasta cuándo podrá durar el calvario de estos habitantes, Alfieri se mostró optimista sobre el futuro: «La buen