El encuentro del Madrid no puede ni debe esconder lo que hizo el Sevilla. Pareció un equipo de Mourinho, un conjunto aguerrido, voraz y veloz. Todo lo contrario fue el Madrid, meláncolico como Cristiano, que se marchó de Nervión disparando sin acertar.
El gol llegó pronto, muy pronto, y anunció lo que iba a pasar. Rakitic botó un córner a los dos minutos y los madridistas, verdes a estas alturas, todavía estaban subiéndose las medias. No el Sevilla, enchufado desde que se subió al autobús. Trochowski, defendido por la sombra de Di María y de sus compañeros, apareció donde la puso Rakitic y fusiló a Casillas sin piedad. El daño ya estaba hecho.
El Sevilla era el primero que sabía cómo estaba el Madrid y jugó con sus sentimientos. Los blancos perdieron los nervios. Las reacciones sin balón de Higuaín y Di María no fueron una excepción. Así estaba el conjunto visitante de agónico a estas alturas, en la cuarta jornada de Liga, a ocho del Barcelona.
Los de Míchel no le permitieron al Madrid ni respirar. Le miraron con mala cara y jugaron sin piedad, al límite, loable porque eso mide a los equipos de verdad, con carácter. El Sevilla robó y salió disparado. Casillas sintió que tenía menos aliados que nunca.
Los de Mourinho, a pesar de todo, tuvieron ocasiones para no perder. En algunas apareció Palop, mano de santo cuando algunos ya le quieren poner el bastón, en otras Fernando Navarro, siempre despierto. Otras no entraron por las prisas de Higuaín, que pensó antes en celebrar el gol que en realizarlo.
Noche negra para los de verde
Al descanso, Mou metió a Modric y a Benzema por Özil y Di María. Hizo dos cambios cuando quiso hacer siete. La pausa del croata mejoró al Madrid. Mandó un balón al larguero en el que también colaboró Palop.
Pudo acabar el Sevilla con la agonía madridista antes del final, pero no lo hizo. Sonó el toque de corneta, también entró Callejón, pero el Madrid no estaba para tirar cohetes. En esta Liga es difícil ser feliz.