Elías Pino Iturrieta:Sobre las generaciones

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El ascenso de Julio Borges a la presidencia de la AN, con Freddy Guevara como primer vicepresidente, invita a tratar el tema de la influencia de las  generaciones en la historia. Comencemos por decir que la búsqueda de explicaciones partiendo del paso de un contingente de actores marcados por una unión cronológica no es habitualmente acertada. La fecha del nacimiento no conduce a la uniformidad de sus miembros en relación con los propósitos que los mueven. Pueden ser heterogéneos y también contradictorios, pese a que vieron la luz juntos y se desenvolvieron en el seno de una misma realidad. Tal vez un vistazo de los pasos de algunas generaciones celebres  pueda ayudar en la comprensión del asunto.

Una breve observación sobre los  jóvenes que hicieron la Independencia, por ejemplo. Se formaron en la cultura colonial, y anunciaron una distancia que no podía existir en relación con el vientre en el cual nacieron. Se dividieron en patriotas y realistas, en consecuencia, pese a que hoy los consideramos a todos como héroes de la nacionalidad sin “contaminaciones” de la vida anterior. Desarrollaron formas distintas de entender la república y terminaron por pelearse hasta llegar a dolorosos divorcios que cambiaron el rumbo de la vida. No existen dudas sobre su contribución en el nacimiento de una sociedad diversa, pero su comprensión obliga a la consideración de su heterogeneidad y de sus recíprocas aversiones, que no pocas veces condujeron a descalabros que no pueden atribuirse al enemigo común. Fueron creadores y destructores de una misma fábrica social, a pesar de que habían nacido y crecido en los mismos días.

Fue tan duro su enfrentamiento, que una generación usualmente subestimada enmendó inmediatamente la plana hasta lograr un propósito más moderno y práctico de país. Se trata de la generación de los llamados “liberales godos”, republicanos todos, pero descendientes de españoles que habían abandonado el territorio por el temor de que se les aplicara la Proclama de Guerra a Muerte. Regresaron después del triunfo de Carabobo para enfrentarse con la bancarrota de sus propiedades, con la debilidad institucional  y con la existencia de una autoridad lejana y distante que manoseaba formulas coloniales para mandar desde Bogotá. Se mostraron como un grupo compacto, hicieron notables campanas de prensa, obtuvieron apoyos militares y lograron la creación de un sistema liberal en 1830 que funcionó con éxito durante dos décadas. El declive de su proyecto no solo se debió a las fuerzas que se unieron contra ellos, sino también a que se dividieran hasta formar banderías irreconciliables. Se desgajaron poco a poco hasta convertirse en conservadores y liberales, para dar paso a las guerras civiles y a las autocracias militares.

Si damos un salto brutal en sentido cronológico topamos con el predicamento estelar de la generación de 1928, a la cual podemos atribuir logros fundamentales en el establecimiento de una sociedad pujante después de la tiranía gomecista. No sólo renovaron la cohabitación política y fundaron los partidos políticos fundamentales de la historia contemporánea, sino que sus artífices también renovaron actividades medulares como la literatura, las artes plásticas, el pensamiento y la medicina. Ante contribuciones tan fundamentales se puede pensar en la existencia de un proyecto previo de sus integrantes en torno a la implantación de mudanzas capaces de permanecer, pero no fue así. Al principio no sabían lo que estaban haciendo. No se juntaron para tumbar a Gómez, ni para ninguna hazaña que no fuera la atención de sus compañeros más pobres, la creación de una especie de centro de cultura universitaria y la posibilidad de divertirse un poco. Nada más. Pero, ya lo sabemos, con el tiempo se convirtieron en guías de un país prometedor. Los muchachos del 28 no se querían meter en la historia, pero la realidad los llevó a ella, dijo uno de sus integrantes.

El tránsito de las generaciones puede asomar un fragmento de futuro, puede anunciar muchas de las acciones que uno quiere para cambios de situación, pero no del todo. La diversidad interior de las generaciones puede conducir  a sorpresas y  decepciones. La historia no es lo que propone un puñado  de camaradas de escuela reunidos por el vigor de la temprana edad y seguros de sus hechos ante el declive físico de los más viejos, sino algo infinitamente más complicado. No es malo insistir en el punto cuando vemos a Julio y a Freddy en el comando de la AN.

eliaspinoitu@el-nacional.com




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