En los refugios establecen estrictas medidas de convivencia

  María ha pasado por dos albergues después de ser desalojada de su vivienda en el sector Los Olivos. Prefiere reservarse su apellido por temor a represalias, mas no calla al afirmar que no hay como estar en casa, aunque sea un rancho humilde: «En los refugios tenemos que cumplir reglas para que la convivencia sea más soportable, y aguantamos esto porque queremos salir de aquí con un techo propio, lejos de las zonas de alto riesgo».

Fue trasladada por órdenes de los Bomberos de Vargas a la escuela Alfredo Machado, a finales de noviembre, cuando las lluvias hicieron ceder el terreno donde estaba su casa. Cuando iban a comenzar las clases la trasladaron al estadio César Nieves de Catia la Mar.

En el área del gimnasio de la instalación deportiva están alojadas, temporalmente, 571 personas. Para el aseo sólo hay disponibles 4 baños, pero sólo uno de cada par tiene ducha, y en el de los hombres no llega agua por tubería así es que deben bañarse con tobos.

Normas para todos

En los 102 refugios que funcionan en Vargas han sido establecidas normas de convivencia para garantizar el buen comportamiento y organizar el trabajo de las 11.154 personas que tienen necesidad de vivienda.

Los ocupantes del estadio César Nieves relatan que los porteros tienen una lista de los refugiados y el portón de acceso cierra a las 9:00 pm. De tal manera, quien no llegue a tiempo debe dormir en otro sitio. El horario para las visitas de familiares y amigos es de 9:00 am a 6:00 pm, pero en otros albergues es de 2:00 pm a 4:00 pm o a 5:00 pm, como en el balneario de Catia La Mar.

En el edificio anexo de La Electricidad de Caracas, donde viven desde enero 229 personas, sólo se pueden recibir visitas en el pasillo, está prohibido fumar en las áreas comunes y deben utilizar una vestimenta que se considere decente. En el Círculo Militar de Mamo no está permitido que las mujeres usen pantalones cortos ni camisetas descotadas y los hombres no pueden andar sin camisa.

Una refugiada del balneario de Catia La Mar advierte que en el lugar quedó prohibido tapar la cama inferior de las literas con sábanas para tener intimidad porque en el área permanecen muchos niños. Para solucionar el problema, algunas parejas optan por colocar la sabana como cortina muy tarde y quitarla muy temprano.

«Convivir con tanta gente también implica organizarse en grupos para el trabajo, de tal manera que no siempre cocinen o limpien los mismos porque nunca falta un vivo», dice Mirna, una de las damnificadas del balneario.

En los 23 hoteles que cedieron áreas para albergue está prohibido el uso de la piscina, las salas de Internet y los restaurantes, así como las visitas en las habitaciones.