Nosotros, como los pastores desconocidos, somos afortunados al contemplarlo hoy entre las figuras de yeso de cada nacimiento colocado ante nuestra vista. Contemplamos la fuerza de su mensaje de amor que emana de la sencillez de su cuna, de la humildad de la gruta desde donde sonríe en medio de sus complacidos padres.
Si esa adoración en silencio nos bastara para sentirnos contentos… si diéramos mas importancia a las demostraciones de afecto, a la reconciliación, al perdón, al ejercicio de la paz desde el seno de los hogares…
Si nos bastara con estar sanos, unidos en los vínculos del amor y del respeto para sentirnos felices… si sacáramos las cuentas de los buenos momentos vividos, de los amigos incondicionales que hemos encontrado en la vida, para sentirnos felices…
Si alrededor de la cena navideña, el mayor sentido de la temporada se lo diéramos al mensaje del Ángel Gabriel:
“Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad…”
…Y frente al pesebre refrendemos el compromiso de ser cada vez mejores: como grupo familiar, como trabajadores, como ciudadanos. La suma de todas las voluntades será una importante contribución a la obra de Dios para hacer realidad la Patria Grande y prospera que soñaron nuestros libertadores.
Agencias