El presidente de Siria, Bashar al Asad, aseguró que su país acatará la resolución de la ONU, según la cual su régimen debe entregar sus armas químicas para que sean destruidas, bajo supervisión de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (Opaq).
Esta resolución, adoptada el viernes, supone un importante avance diplomático desde el comienzo del conflicto sirio que, según la ONU, ya ha dejado más de 100.000 muertos.
El equipo de seis expertos de la ONU, dirigido por Aake Sellström, finalizó ayer su investigación sobre el uso de armas químicas en siete lugares cerca de Damasco y en el norte del país, dondeel régimen y la oposición denunciaron ataques químicos.
Estos expertos ya establecieron en un informe anterior que durante el ataque del 21 de agosto cometido cerca de Damasco se utilizó gas sarín a gran escala, lo que provocó una indignación mundial.
“En estos momentos, no tenemos ningún motivo para dudar de las informaciones suministradas por el régimen sirio”, señaló un responsable de la Opaq.