Un grupo de maleantes (no se sabe cuántos), ingresó a la quincalla Javimil, propiedad de Teodoro Rosado, de 55 años, cuando se encontraba con dos de sus empleadas: Migdalia Rojas, de 28 años, y una adolescente, de 17.
Eran las 5 de la tarde aproximadamente, cuando los hampones llegaron y ordenaron bajar la santamaría del comercio.
Una vez adentro, sometieron a las tres personas y los asesinaron con saña, para luego irse del lugar a bordo de la camioneta de Teodoro.
A las 5:30 de la tarde, Marbeth Soto pasó frente al establecimiento y le pareció extraño que estuviera cerrado, pues el hombres acostumbraba a hacerlo después de las 7:30 de la noche. Eso le causó suspicacia, y no fue sino a las 6:30 p.m. cuando comenzó a llamarlo a ver si estaba allí. Como no respondía, -su residencia está ubicada encima del comercio-, los vecinos se alarmaron. «Pensamos que lo habían secuestrado; fuimos a denunciar en el Cicpc y pedimos que vinieran a revisar la casa. Ellos llegaron como a las 7 de la noche, y una de las funcionarias del organismo entró al local y lo encontró muerto, decapitado, al igual que las dos muchachas. Eso fue horrible», expresó la mujer, llorando.
La noticia se regó en todo el pueblo en cuestión de segundos, pues se trataba de una persona respetable, trabajadora y muy sencilla.
«Todos salimos a reclamar por ese triple crimen tan terrible, que nos marca de nuevo», dijo Zenaida Rangel, a quien le mataron a su esposo hace cinco años, durante un asalto.
Los habitantes, en apoyo a las tres familias enlutadas decidieron trancar los accesos al pueblo de Higuerote, a las 8 de la mañana de ayer, y concentrarse en la sede del Cicpc para exigir justicia.
Decretaron luto activo en la jurisdicción y ningún comercio abrió durante todo el día.
La alcaldesa de Brión, Liliana González acudió a la manifestación y expresó que «la seguridad es responsabilidad de la gobernación de Miranda, porque la policía municipal es preventiva». Ello generó más rechazo entre los pobladores.