La conmemoración de todos los fieles difuntos es celebrada por toda la Iglesia el 2 de noviembre o, si éste es domingo o solemnidad, el 3 de noviembre. Todo el clero debe recitar el Oficio de Difuntos y todas las misas son de Requiem, excepto la que se puede celebrar en los lugares donde haya obligación por ser fiesta.
La base teológica de la fiesta es la doctrina de que las almas, que al partir del cuerpo no están perfectamente limpias de pecados veniales o no han reparado totalmente las transgresiones del pasado, se encuentran purificándose en el Purgatorio. Según la visión cristiana, el creyente en la tierra puede ayudarles con las oraciones, la limosna y sobre todo por el sacrificio de la Misa.
Aunque la costumbre de orar por los difuntos y celebrar misa por ellos es tan antigua como la Iglesia, la fiesta litúrgica por los difuntos se remonta al 2 de noviembre de 998 cuando fue instituida por San Odilón, monje benedictino y quinto abad de Cluny en el sur de Francia.
Venezuela es uno de los países de Latinoamérica que conmemora cada año esta tradición. Desde tempranas horas de la mañana las personas se preparan con la finalidad de adquirir los ramos de flores que adornaran las tumbas de sus seres queridos con diversos tipos de flores, las cuales se creen que atraen y guían a los difuntos. También se adornan con lápidas, velones y santos. Del mismo modo, en las Iglesias Católicas se recitan las misas en honor de los difuntos, por motivo de dicho evento.

