La idea de encargar al entre tanto fallecido arquitecto Oscar Niemeyer la misión de idear una estructura para reemplazar las gradas temporales, que solían ser instaladas todos los años para recibir el famoso desfile del Carnaval carioca, fue del entonces gobernador de Río, el socialista Leonel Brizola, y generó una agria polémica.
Los detractores de la propuesta tildaron de “desperdicio” el uso de dinero público para construir una estructura que “sólo sería utilizada cuatro días por año, durante el Carnaval”.
El tiempo dio razón a Brizola. Los palcos del Sambódromo -cuyo nombre oficial es Pasarela del Samba Profesor Darcy Ribeiro- son utilizados durante el resto del año como escuela, y el lugar se convirtió en escenario de todo tipo de eventos: desde reuniones religiosas hasta espectáculos musicales.
En los Juegos Olímpicos de 2016, el Sambódromo también desempeñará un papel protagónico, ya que será la sede de la prueba de tiro con arco y el lugar de llegada del maratón.
Las estrellas de los “clubes de samba” también aprobaron el nuevo escenario para sus actuaciones: “El Sambódromo da más comodidad para el público y para los que se presentan. Antes, teníamos que trepar en sillas o cajas para ver el desfile. Hoy, está la tribuna”, dijo la “sambista” Tía Surica, del tradicional gremio Portela.
Según el alcalde de Río, Eduardo Paes, la misma construcción del Sambódromo fue un homenaje a la máxima fiesta popular de Brasil: “El gran momento de la transformación del Carnaval carioca fue la construcción del Sambódromo”.
Para celebrar los 30 años del Sambódromo, el alcalde inauguró un “Paseo de la Fama”, similar al existente en Hollywood para homenajear a las grandes figuras del cine, en el que están inscritos los nombres de los 30 clubes que se coronaron campeones desde su inauguración.
La trigésima primera estrella todavía no tiene una inscripción: su “dueño” se conocerá el miércoles de la semana próxima, cuando se conozca al campeón de la edición de 2014 del desfile de las “escuelas de samba” que se realizará el domingo y el lunes, encantando al público de 80.000 personas por día que colmará las gradas ideadas por Niemeyer.
Por Diana Renée
