Lo que parecía un exabrupto por la baja producción petrolera venezolana, equivalente a unos 1,17 millones de barriles diarios, 39 % menor que el promedio de 2017, según OPEP de la cual somos miembro, con un ritmo de bombeo que, desde 2015, tiende a la baja y la producción actual es la menor en tres décadas, a excepción del desplome abrupto 2002-2003, cuando la huelga política hundió las extracciones por debajo de los cien mil barriles diarios, secuela que se prolongó durante varios meses, ahora se ha convertido en una ventaja aparente ya que, según Reuters, Venezuela queda fuera de los recortes OPEP por baja producción.
Sin embargo, las cifras oficiales indican que la producción para 9/2018 es de unos 1,4 millones de barriles diarios.
Ahora el presidente Nicoás Maduro Moros, pensando, quizá en la inversión de unos seis mil millones de dólares para “incrementar” la producción petrolera que conlleva, además, la adecuación de PDVSA, ha anunciado que dicha producción se duplicará en un año, tiempo dentro del cual deberá alcanzarse la meta de proveer “un millón de barriles diarios a China”.
Estimamos que ante tal privilegio y/o consideración, en este momento tan oportuno, que ha otorgado la OPEP Venezuela sepa aprovechar la ocasión, pues son oportunidades únicas en la dinámica del mundo petrolero, tan susceptible y algo así como hipocondríaco ante cualquier circunstancia. Tengamos muy en cuenta que no se trata de soplar y hacer botellas, pues hay que plantear un proyecto bastante ambicioso, que abarcarque desde el desarrollo de la cuenca del lago de Maracaibo hasta los campos superficiales de oriente.
Asimismo, la perforación Costa Afuera es un hecho real tanto en oriente por la plataforma deltana, como en occidente por el bloque Cardón IV de campo Perla.
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