La casa donde se escondía loco Barrera tiene mala fama

Unos minutos después de las 2 pm los automóviles de seguridad se detuvieron al frente del townhouse 24 (llamado así porque tiene dos plantas) de la terraza 4. Bajo la atenta mirada de algunos vecinos, el cerrajero especializado forzó la blanca puerta de la residencia, que, supuestamente, se cuenta entre las propiedades que tenía en Venezuela Daniel Barrera Barrera, alias el Loco, responsable de 40% del tráfico de cocaína en Colombia.

Esa fue la primera de tres visitas que hicieron al townhouse. Un día después volvieron y el domingo siguiente se apersonaron allá por última vez. Antes de partir le recomendaron a la familia que habitaba la residencia, que se marchara, que ya habían hecho el inventario de lo que estaba adentro y que la casa quedaría clausurada hasta que se adelantaran las investigaciones del caso.

Pasado tenebroso. La casa de “el Loco” ya tenía historia.

 En marzo de 2010 estuvo envuelta en un escándalo cuando la policía descubrió que allí César Mazzei, de 18 años, mantenía secuestrado a sus dos mejores amigos (Richard Orozco y Luis Monserrat), en complicidad con funcionarios policiales.

Una de las víctimas, Richard Orozco, rindió testimonio ante los cuerpos de seguridad una vez que fue rescatado. En el expediente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), contaba cómo habían llegado al townhouse. “Nos metieron en una casa, una vez en la casa nos pasan las manos de atrás hacia delante, amarrándonos las manos con unos trozos de mecate y teipe.

 Nos subieron a un segundo piso, donde permanecíamos siempre. La mayoría del tiempo nos cuidaba alguien, había uno de ellos que siempre me pasaba la navaja por todo el cuerpo, y otro que me decía que me iba a matar; quería pegarme un tiro, me ponía la pistola en la boca, en la cabeza y me pegaba siempre, me manifestaba que quería jugar a la ruleta rusa conmigo. Ese sujeto sabía muchas cosas de mi vida porque siempre me daba detalles de mi familia, de mi rutina, hasta sabía con quien vivía”.

En su declaración, Orozco dice que nadie más tenía conocimiento de lo que allí ocurría. Sin embargo, ya algunos vecinos estaban preocupados por el movimiento que había en la residencia que Mazzei había alquilado desde el 15 de diciembre del año 2009, a través de la inmobiliaria Ornilgela, por 25 mil bolívares mensuales, a pesar de que el precio por el que fue puesta en el mercado era menor.

“Esa casa se la pasaba vacía durante el día. Pero a partir de las 6 pm, diariamente, llegaban camionetas y carros de lujo manejados por puros muchachitos que hacían cola para entrar en la casa. Es más, como tiene unos ventanales grandes, llegué a ver cómo alguna vez, muchachas desnudas corrían por el lugar”, afirmó un vecino que prefirió mantener su nombre en reserva.

Del expediente del TSJ también se colige que Mazzei consumía drogas y estaba involucrado en el tráfico de estas sustancias. Orozco aseguró que su examigo solía hacer fiestas millonarias en la isla de Margarita y frecuentaba personas de mala reputación. Hasta febrero de 2012, Mazzei no había sido llevado a juicio.De mano en mano. La vecindad de Loma Linda tiene una vista privilegiada del este de Caracas. Desde el balcón se ve desplegada parte de la ciudad. Todas las calles son ciegas, y los niños dejan sus bicicletas afuera.

Los habitantes de este complejo residencial, que fue inaugurado en 2009, no se preocupan por el tema del hampa. En ese enclave medio escondido de los curiosos y alejado del ruido urbano, se sienten lejos de la ciudad. Por eso les tomó de sorpresa la aparición en los medios de comunicación la noticia que incluía la residencia de dos pisos entre una de las casas del peligroso narcotraficante.

“Nunca vi a ese señor por aquí. Jamás de los jamases”, comentó desconcertada una de las muchachas que hacen vida en la cuadra. Luego de preguntar a varios vecinos, la respuesta siempre era la misma. Una negativa rotunda.

“Lo que sí es cierto que luego del escándalo del secuestro, esa casa la vendieron, fue como en marzo de 2010. Al principio vimos al señor que la compró, pero luego no volvió más. Esa casa estaba completamente amoblada, con cocina de granito, muebles de gusto exquisito y electrodomésticos de última generación.Quedó en manos de una muchacha de 19 años y su mamá que venían del oriente del país”, indicó una de las personas que compartía terraza con las inquilinas. La chica estudiaba Comunicación Social en la Universidad Santa María y su tiempo libre lo pasaba en el gimnasio, quería mejorar aún más los atributos que la naturaleza y luego el quirófano le habían dado. También usaba un Toyota último modelo, pero se lo robaron y tenía que subir y bajar a pie las empinadas cuestas para llegar hasta su hogar. Las mujeres no se relacionaban con los vecinos, eventualmente alguno le daba la cola o le prestaba auxilio en caso de una emergencia. Lo cierto es que tan discretamente como llegaron, se fueron, luego de transcurridos dos años en Loma Linda.

En mayo de este año, la casa pasó a manos de una familia que se mudó entera. Padre, madre, dos hijos y la suegra. Fue a nombre de esta última que pusieron el título de propiedad.

Oriundos del Táchira, aseguraron que habían visto la residencia por Internet y la compraron sin visitarla antes. Los recursos los habrían sacado de la venta de una finca que tenían en el mismo estado en el que Barrera es detenido el pasado 17 de septiembre, mientras llamaba por una cabina telefónica a sus contactos.

“La verdad, esa familia parece muy decente. De hecho, cuando llega la GN por primera vez representó un shock para ellos. Estaban preocupados, al señor lo acababan de operar de las amígdalas y se le soltaron los puntos. Cada vez que vinieron los policías ellos se mostraban dispuestos a colaborar. Incluso habían inscrito a los niños en un colegio cercano y de un día para otro se quedaron en la calle. Todavía llaman de vez en cuando para recordarnos que si sabemos de algo que se esté alquilando cerca se lo dejemos saber”, dijo una de las vecinas, que por temor, pidió mantener la confidencialidad de su identidad.

Actualmente, la casa está deshabitada. De las mujeres inquilinas, solo queda un guindalejo chino que se mantuvo en la entrada para alejar a los espíritus traviesos. Las cortinas cerradas no permiten ver el interior de la residencia. Por lo pronto, permanece incautada al igual que al menos las otras 10 propiedades que le descubrieron a Barrera en el país: tres apartamentos en Maracaibo, varias fincas en Portuguesa, Barinas, Táchira y Mérida y dos posadas turísticas. Todas servían de escondites desde 2008, cuando uno de los hombres más buscados del mundo decidió hacer de Venezuela su hogar. 

lweffer@cadena-capriles.com
www.ultimasnoticias.com.ve