La dieta más sabrosa: cómo perder 5 kilos en 2 semanas comiendo rico


Hacer dieta se traduce en pasar hambre, contar calorías y evitar todos esos alimentos que tanto nos gustan y sacian nuestro apetito. ¿O no? Respaldados por la investigación científica reciente, la nutricionista Zana Morris y la escritora especializada en salud Helen Foster han planteado un régimen que rompe con todas las reglas hasta ahora establecidas: se puede perder peso comiendo grasa.

Morris y Foster están convencidas de que comiendo alimentos con alto contenido en grasas y libres de carbohidratos, se pueden adelgazar alrededor de cuatro kilos y medio en apenas 14 días. La conocida como High Fat Diet asegura que es posible perder esos kilitos de más sin tener que restringir nuestra dieta y, lo mejor de todo, sintiéndonos saciados en todo momento. A través de la ingesta de alimentos altos en grasas como frutos secos, carne, aguacate o mantequilla podría quemarse la grasa acumulada y adelgazar.

“En otras palabras”, resume Caroline Jones en el Mirror, “necesitas comer más grasa para eliminar el exceso de grasa”. No es la primera vez que se plantea que una dieta basada en alimentos grasos puede ayudar a adelgazar –como pudimos comprobar con la dieta Atkins o cetogénica– como tampoco es la primera vez que una afirmación así ha dado la voz de alarma entre los especialistas en salud que ven necesario hacer visibles y advertir a los usuarios de los peligros de una alimentación basada en alimentos grasos. Pero, ¿cómo funciona la dieta alta en grasas? ¿Ayuda realmente a perder peso?

Grasa como combustible para quemar grasa

Pese a que estudios recientes han demostrado que mantener una dieta alta en grasas puede modificar nuestro metabolismo en apenas 5 días alterando seriamente la forma en la que nuestro cuerpo quema las calorías e incluso que este tipo de alimentación es perjudicial para nuestra salud mental y puede conducir a la depresión, Morris y Foster, respaldadas por otros tantos expertos nutricionistas, creen que el consumo de grasa en la dieta ha sido demonizado injustamente como la principal causa de la obesidad, cuando en realidad podría servir para todo lo contrario.

Consumir una dieta alta en grasas y baja en carbohidratos significa que su cuerpo no tiene más remedio que utilizar algunas de sus reservas de grasa para realizar las tareas que tiene que hacer cada día y, a consecuencia de lo cual, perdemos peso.

Esto se explica mediante el impacto del consumo de grasas sobre la hormona llamada insulina, que interviene en el aprovechamiento metabólico de los nutrientes que ingerimos. Esta hormona se libera mientras comemos y su función se basa en hacer de lanzadera de la glucosa –el azúcar que utiliza nuestro cuerpo para generar energía– en las células, sirviendo como combustible para el metabolismo.

La cantidad de insulina que producimos depende de los alimentos que consumimos. Mientras que el azúcar y los hidratos de carbono son los que producen los niveles más altos de la hormona en menos tiempo, el cuerpo tarda más en convertir las proteínas en glucosa.

Según los defensores de esta dieta, consumir una gran cantidad de alimentos ricos en grasa y muy pocos carbohidratos puede crear una situación en la que la insulina es baja de tal manera que, al obtener la energía que necesita, el cuerpo pasa a utilizar las reservas de grasa existentes en lugar de generar más.

Es lo que científicamente se conoce como cetosis. Una situación metabólica del organismo originada por un déficit en el aporte de carbohidratos, lo que induce el catabolismo de las grasas a fin de obtener energía, generando unos compuestos denominados cuerpos cetónicos, los cuales descomponen las grasas en cadenas más cortas, generando acetoacetato que es usado como energía por el cerebro (en estados de ayuno puede aportar hasta el 75% de energía que necesitamos) y el resto de órganos de nuestro cuerpo.

El cuerpo deja de utilizar como fuente primaria de energía los glúcidos y los sustituye por las grasas. Pero, ¿adelgaza? Sí. Parece ser que durante la cetosis el cuerpo es capaz de quemar grasas fácilmente, incluyendo las reservas propias del individuo.

Es más, como explica Jones, “cada vez que un poco de grasa se libera de las células para ser usada como energía, estas células se vuelven más pequeñas y ligeras y, en consecuencia, también nuestro volumen mengua”.

fuente.msn




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