La emergencia dejó su huella en el regreso a clases


 2   Después de 23 días sin actividades, el regreso a clases tuvo sus tropiezos. El mandato de la ministra de Educación, Jennifer Gil, no admitía titubeos: «Todo el mundo debe comenzar hoy». La realidad, sin embargo, fue otra en varios planteles de la ciudad.

Ropa de bebé y sábanas colgaban ayer de las ventanas de la escuela bolivariana José Florencio Jiménez, en el pasaje Colón, en Catia. Allí la matrícula es de 600 alumnos pero ninguna señal de la vuelta a clases se sentía en el ambiente. «Nos querían llevar para el Poliedro para tirarnos ahí como unos perros», se quejó uno de los afectados. Después de un mes y 13 días, las 173 familias de Federico Quiroz, El Cementerio, Carretera Vieja y Antímano que están en el plantel aún no saben cuál será su destino. Piden un espacio en Catia, cerca de sus trabajos y de la escuela de sus hijos. Así como en el Florencio Jiménez, en el Luis Ezpelosin, en Los Frailes de Catia, también aspiran a que las clases comiencen el miércoles. En esta institución las 129 familias damnificadas se negaron a salir. No estaban conformes con los destinos a donde serían llevados: un edificio en la avenida Baralt y La Rinconada. Mientras llegan a un acuerdo las aulas recién pintadas esperan por los alumnos.

En la escuela vecina, el liceo Fuente de Jacob, la situación es peor. Los 750 estudiantes de este plantel tendrán que esperar a que las 42 familias de Macayapa sean trasladadas a otro refugio. Luego serán necesarios varios días para realizar las reparaciones a una infraestructura que no luce apta para retomar las clases. En El Valle, unos 1.450 alumnos del liceo José Manuel Piar, entre Longaray y la residencias Ravell, tampoco tuvieron actividades. 305 afectados siguen allí.

De este a oeste, en los planteles públicos y privados sin novedades por la contingencia de lluvias, la asistencia fue casi completa. Los docentes notaron que los alumnos regresaron con entusiasmo después de las vacaciones extendidas.

El Ejecutivo aplicó algunas medidas para garantizar que los niños de los refugios iniciaran las clases, como el plan de rutas escolares, que ayer empezó con normalidad. Se trata de autobuses que parten desde los albergues de mayor capacidad hasta las escuelas, en dos turnos. Ayer salieron puntuales los autobuses de los dos centros de damnificados en la base aérea La Carlota, para trasladar a cerca de 200 niños de El Valle, Catia y Petare. Los alumnos fueron reubicados en planteles más cercanos para facilitar el transporte.

Allí en Chacao, los estudiantes del ciclo inicial irán al preescolar Ninfa de Molina, ubicado en La Floresta; los de primaria asistirán a la escuela El Libertador, en la avenida Francisco de Miranda y los de bachillerato, al liceo Gustavo Herrera, en la avenida Libertador.

La reubicación también se dio en Santa Cruz del Este y la avenida Rómulo Gallegos. Todos recibirán uniforme, explicó Azucena Jaspe, jefa de la Zona Educativa de Miranda.

En el refugio de Sambil Candelaria, aunque el plan de autobuses se activó, muchos de los damnificados lo ignoraba. «No nos informaron», respondieron varios. Algunas madres llevaron por su cuenta a sus hijos a los respectivos planteles.




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