Leandro Area Pereira: Hasta cuándo y aún

Leandro Area PereiraLeandro Area Pereira

La sociedad venezolana, en caso de que aún exista, huye de sí misma y se refugia en la nostalgia. El presente es una interminable calle ciega. La vida no fluye sino que yace estancada en un pozo. Escribimos telegramas sin destinatario conocido. No hay dirección alguna. Hablamos incongruencias que se repiten en el río de un silencio que rebota en nuestro interior y se desploma. Hasta cuándo y aún.

Tiempo para explorar en el pasado, fotos, mirar el paisaje, memorias olfativas, esquivar al otro, recurrir avestruz al celular. Es escape, es tiempo de pretextos. Quienes no se han ido ya se fueron. Calles vacías, vidrieras turbias en las que se refleja el peligro que corroe nuestras espaldas. Las cosas han tomado el papel de las personas. Sombras. Siluetas. Formas. Hasta cuándo y aún.

Escribo y no concluyo. La mente se refiere a distancias que no encuentra, a una realidad trastocada que es a la vez tan próxima y dolorosa que se parece al hielo o al calor en su estado excesivo y por tanto inhumano. Hasta cuándo y aún.

Aislados, acurrucados, ensimismados, inventando un lenguaje hacia afuera que no tiene convicción ni prestigio hacia adentro. Que tantea, esconde, palabrea, pero no hilvana porque no tiene conexión con eso que pudiéramos llamar alma, aquella ilusión iluminada de país, hogar, sentimiento de luto, de añoranza que no despega. Hasta cuándo y aún.

El poder es quien domina la escena, el territorio, y se burla. La tensión inconclusa que no encuentra salida, la doble imposibilidad ha fijado su reino, presentado eucaristía. En esa tirantez de zancudo que zumba en nuestro oído, caminamos dispersos. El chiflido ha desplazado al latir. Hasta cuándo y aún.

El año que termina ha dejado esta salvajada: selva que nos traga. Urgidos de orientación bamboleamos frenéticos entre la maraña de brújulas corrosivas y nos quejamos, y nos culpamos, y envenenados nos hacemos daño, y no llegamos a ninguna parte. Hasta cuándo y aún.

Inventamos discursos, hacemos un esfuerzo, dos, tres, todos los esfuerzos posibles y no llegamos a ninguna parte. El año se termina. La esperanza inhala. El anhelo aguarda. La fe no duerme. Hasta cuándo y aún.

 

Leandro Area Pereira

 




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