Saber de vinos requiere de práctica, educación en el paladar y sobre todo de un buen gusto capaz de discernir entre lo convencional y lo adecuado, porque cuando en materia de vinos se trata, existen mitos y verdades que descubrir y diferenciar.
Para muestra estas variantes más conocidas, que ayudarán a adentrarse un poco más en el sabor infinito de los caldos y sus cepas.
Contrario a lo que se pensaba, no es necesario servir el vino a temperatura ambiente. Y más aún en la actualidad, que debido a las temperaturas elevadas, es necesario refrigerarlo previamente, hasta alcanzar una temperatura entre los 14°C y 18°C.
Igualmente, el tema de las armonías del vino ha sufrido variaciones o concepciones no tan ciertas. Por ejemplo, aunque es cierto que mucho vinos dulces se toman en los postres, un vino muy dulce puede estropear el sabor.
Mientras más dulce es el postre, es mejor combinarlo con un vino de sabor medio, ni muy seco ni muy dulce.
Otro mito, es el que hace de los quesos los mejores acompañantes del vino. Sin embargo, pese a que en efecto existen caldos que revitalizan su sabor con un buen trozo de queso, hay otros que son alterados por los sabores de ciertos tintos. Por lo que hay que armonizarlos solo con vinos blancos.
Igualmente por su parte, hay quesos que no deben armonizarse con vinos. La clave está en tener en cuenta la textura y sabor de cada elemento.
Por otra parte, con el pasar de los años ha venido rompiéndose la concepción de que mientras más añejos sean los vinos mejor será su sabor. Ya que actualmente, el 90% de los vinos que se producen en el mundo tienen un tiempo recomendado de consumo entre 1 a 5 años.
Sólo los vinos de mayor calidad, elaborados específicamente para ello, pueden mejorar con periodos mucho mayores de tiempo. La calidad va depender del tipo de elaboración utilizada en el vino, la cosecha y el tiempo que estuvo en la barrica.
Fuente: Cocina y vino