Se requiere una distancia máxima de 50 metros para enamorarse», apuntó la especialista del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán.
Recordó que el enamoramiento es un fenómeno humano con bases biológicas y no tiene relación con el corazón. «Ése es el mito romántico de los trovadores del siglo XII».
Indicó que los sentidos son la puerta de acceso al sentimiento del amor «y una vez adentro, comienza una guerra química, hormonal y eléctrica; toda una alquimia corporal». En lugar de lanzar flechas, el «cupido moderno» envía feromonas, sustancias que secretamos en axilas y entrepiernas, causantes de ese olor característico que, de manera romántica, se denomina aroma.
“Este proceso originalmente fue conocido como el sexto sentido en las mujeres; sin embargo, ahora se sabe que se basa en lo que los científicos llaman ‘la fórmula de Cupido’”, señaló en un comunicado de la UNAM.
Las citadas sustancias son detectadas por una zona en la nariz denominada órgano vomeronasal. En esta etapa, de inmediato se dispara una señal eléctrica al cerebro, que llega directamente al tálamo, núcleo que participa en dos grupos de sensaciones: discriminativas y afectivas.