«Hemos lanzado el proceso para que los afganos recuperen el control en su propia casa», declaró el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, al término de una reunión histórica de los aliados con el presidente afgano, Hamid Karzai.
Nueve años después de lanzar la guerra contra los talibanes, unos 140.000 soldados extranjeros se encuentran desplegados en Afganistán, de los cuales más de 100.000 son estadounidenses.
A medida que se traspase el control de la seguridad a las fuerzas afganas «distrito por distrito», las tropas extranjeras se irán retirando del país. Estados Unidos tiene previsto empezar a reducir su presencia en julio de 2011.
Pero los líderes de la OTAN quisieron dejar claro que el plan no supone una retirada total o sistemática del contingente extranjero.
«Nos quedaremos después de la transición con un papel de apoyo», dijo Rasmussen, tras suscribir con Karzai un «acuerdo a largo plazo entre la OTAN y Afganistán cuya validez se prolongará después de la misión de combate».
«Que quede claro, si los talibanes o quien sea quieren echarnos del país, que se olviden. Nos quedaremos todo el tiempo que sea necesario para finalizar nuestro trabajo», aseguró Rasmussen.
La Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN está integrada por los 28 países miembros de la Alianza y otros 20, cuyos dirigentes viajaron el sábado a Lisboa para participar en esta cumbre con Afganistán.
Unos 2.200 soldados extranjeros perdieron la vida en combate desde 2001, de los cuales 654 desde enero de 2010.