En primera instancia, Piera aclaró que la “quimioterapia no siempre tumba el pelo, eso depende de la droga que se emplee en el procedimiento, porque hay algunas que son más citotóxicas (destructoras de células) que otras”.
La radioterapeuta oncóloga explicó que la quimioterapia usa “drogas citostáticas que producen la destrucción o muerte celular no sólo de la célula tumoral, sino también de muchas otras sanas, y especialmente las de los folículos pilosos, que son donde crecen los pelos”.
Dicho de otra forma, la quimioterapia destruye —aparte de las malas— las células buenas donde se hallan los pelos, sin embargo, luego del tratamiento vuelven a regenerarse y el pelo crece nuevamente.
En cambio, con el método de las radioterapias es probable que el pelo no vuelva a crecer, ya que “este tratamiento, que trabaja con rayos X, fotones de alta energía que entran en la célula y la mata, generalmente en el ADN, destruye el folículo piloso”, indicó Piera.
Por ejemplo, continuó Piera, “si la radioterapia se aplica en áreas del encéfalo, se caerá el pelo de la parte que se irradia, y tal vez no vuelva a crecer porque se destruye el folículo. En los niños, por las condiciones de su piel, puede que surja nuevamente, pero no en su forma original”.
La especialista destacó que “la quimioterapia —basado en la administración de sustancias químicas— es un tratamiento sistémico, es decir, que va a todo el cuerpo, y por lo general se utiliza en pacientes cuyo tumor inicial se ha salido de su sitio de origen; en cambio la radioterapia es un tratamiento focalizado en una región específica, actúa sólo sobre la región tumoral”.