A veces justo a la hora de acostarnos aparecen en la cama todos los problemas e
inquietudes que logran espantar el sueño y perturbar el descanso. Esto trae como
consecuencia síntomas negativos como a apatía, el agotamiento y la
irritabilidad, muy comunes después de una mala noche y nada comparables con esa
sensación de frescura y energía que nos acompañan después de dormir
placenteramente.
La ciencia del sueño
Dormir responde a nuestro reloj biológico
establecido en 24 horas diarias en el que funcionan estructuras cerebrales que
están vinculadas al nervio óptico, haciendo que la oscuridad produzca sueño.
Adicionalmente, estas estructuras regulan la producción hormonal, la temperatura
del cuerpo y la tensión arterial, motivo por el que, por ejemplo, dormir pocas
horas al día podría afectar a quienes padecen enfermedades cardiovasculares,
porque genera mayor estrés y esto empeora los problemas asociados al
corazón.
La neuróloga Gisela Ramírez Lara destaca que si
bien el ser humano piensa que puede acostumbrar su cuerpo a dormir a deshoras,
la realidad es que el reloj interno y el ciclo de vigilia tiene que ver con un
proceso hormonal, por lo que a largo plazo se podría manifestar una enfermedad
debido a que las funciones del organismo no se encuentran en su estado
normal.
Y aunque algunas hipótesis científicas apuntan
que el sueño no es más que un hábito adquirido, se ha determinado que durante
las fases profundas el cerebro logra fijar los conocimientos obtenidos durante
el día. Además, en este mismo momento, se producen las hormonas del crecimiento;
se descansan los músculos luego de un gran esfuerzo; se limpian las toxinas del
organismo favoreciendo la apariencia de la piel; se fortalece el sistema
inmunológico para combatir las infecciones y enfermedades; aumenta la producción
de anticuerpos y se recarga la batería del cerebro preparándolo para una nueva
jornada.
Descansando y saludable
La relación entre dormir y un estado de salud
óptimo es cada vez más evidente debido a los muchos procesos que se desarrollan
durante esas horas de inactividad. En la actualidad se ha estudiado
profundamente su efecto sobre el metabolismo, determinando que las personas con
trastornos del sueño merman su capacidad para adelgazar, favoreciendo la
obesidad, mientras que aquellas que duermen más consiguen mantener con mayor
facilidad una dieta saludable.
Esto se debe a que un descanso inapropiado
aumenta la producción de grelina, sustancia que genera la sensación de hambre
además de disminuir los niveles de leptina, encargada de controlar el apetito,
por este motivo dormir menos es igual a comer más. Quienes sufren de insomnio
tienen un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2, pues se incrementa el nivel
de azúcar en la sangre. Justamente, un equipo de la escuela de medicina de la
Universidad de Chicago demostró recientemente que tres noches consecutivas de
mal sueño son suficientes para provocar un descenso del 25% en la sensibilidad a
la insulina.
Adicionalmente, el corazón también se ve
afectado, ya que un mal sueño hace que el cuerpo aumente la producción de
hormonas que están relacionadas con el estrés, elevando la presión arterial e
influyendo negativamente en quienes padecen problemas cardiovasculares. Y para
aquellos que presentan cuadros depresivos este trastorno podría incrementar aún
más los síntomas, poniendo en riesgo la estabilidad emocional de los pacientes.
Exteriormente, también el cuerpo sufre los embates de una noche sin descanso, la
piel se reseca, los ojos lucen enrojecidos y aparecen las ojeras.
¿Porque no puedo dormir
bien?
El insomnio es un padecimiento que afecta cada
día a más personas en el mundo, y cuando no es producto de alguna patología
específica, puede deberse a tres razones principales:
– Problemas para conciliar el sueño y permanecer
dormido, ya sea por ansiedad y estrés, el uso de medicamentos o estimulantes, un
ambiente inapropiado para dormir o algún tipo de molestia física
– Problemas para mantener un horario regular de
descanso debido a un desfase horario, a un trabajo específico a un sueño
irregular con vigilia alterada
– Conductas específicas que interrumpen el sueño,
como sonambulismo, miedos nocturnos o ganas constantes y excesivas de ir al
baño.
Si usted sufre alguna de estas condiciones lo
ideal es visitar a un especialista, quien le indicará que debe hacer para
mejorar sus noches de descanso.
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