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Venezuela se debate entre el calor y la penumbra

VENEZUELA La carretera que atraviesa los populosos barrios de El Junquito, una de las tradicionales zonas turísticas aledañas a Caracas, ya no luce abarrotada de automóviles y vendedores ambulantes los fines de semana.

A los embates de la recesión económica que azota al país sudamericano, que ostenta la mayor inflación del continente, se suman ahora los efectos de los frecuentes racionamientos de agua y electricidad.

“No teníamos mucho asfalto ni transporte público y ahora tampoco tenemos agua, ni luz”, dijo Dámaso Jiménez, vecino de la zona, mientras oprimía el interruptor de un ventilador para atenuar el calor. “Nos están racionando hasta el frío”, comentó.

Al borde de la sinuosa carretera, cuyo mal estado dificulta el tránsito, la mayoría de comercios cierra sus puertas los domingos y otros las abren apenas a media luz para cumplir con el plan de ahorro de electricidad impuesto por el Gobierno en la capital como parte de una serie de medidas de emergencia.

El fenómeno climático “El Niño”, que ha elevado las temperaturas en algunos países provocando una prolongada sequía, ha empeorado la delicada situación eléctrica que vive Venezuela desde el 2008, año cuando comenzaron a producirse grandes apagones nacionales.

El habitual clima de montaña de El Junquito, buscado por muchos caraqueños como distracción de fin de semana, ya no se percibe sino hasta la noche, cuando la luz azul de los bombillos ahorradores que ha repartido el Gobierno se mezcla con la penumbra de algunos tramos sin alumbrado público.

Debido a que la mayoría de viviendas de los barrios pobres de Caracas no tiene medidor eléctrico
, la sustitución de los bombillos incandescentes por ahorradores es una solución parcial a los altos niveles de consumo que no pueden ser controlados en estas extensas y pobladas zonas.

Las grandes marañas de cables formadas por tomas ilegales de electricidad en las entradas de los barrios de Caracas no parecen haberse reducido en medio de la crisis energética, que está mermando la popularidad de presidente Hugo Chávez de cara a unos comicios legislativos en septiembre.

La Electricidad de Caracas, estatizada en el 2007, tiene bastante presente que “la luz eléctrica es un derecho humano”, según dijo su presidente, Javier Alvarado, quien anunció en enero la instalación de medidores a 220.000 nuevos usuarios. Pero aclaró que “hablar de robo eléctrico es cuestionable”.

En su afán de instaurar un modelo socialista de propio cuño, Chávez ha nacionalizado desde multimillonarios proyectos petroleros, empresas de electricidad, la mayor siderúrgica del país y uno de los principales bancos, hasta redes comerciales.

MEDIDAS EXTREMAS

Las medidas de emergencia dictadas por Venezuela para atenuar el veloz drenaje de los embalses hidroeléctricos, de los cuales depende un 70 por ciento de su energía, involucran aumentos tarifarios y la suspensión indefinida del servicio a quienes no reduzcan su consumo en al menos 20 por ciento.

Además de culpar a “El Niño”, Chávez dice que los gobiernos que le precedieron desde su llegada al poder hace 11 años fueron ineficientes en atender al sector eléctrico, pero sus detractores afirman que la incapacidad y la corrupción de su gestión han puesto al país al borde de un colapso.

Viviendas, comercios e industrias ensayan todo tipo de medidas para subsanar un déficit eléctrico que se calcula en 1.670 megavatios (mw) y que podría llegar a 5.000 mw si la cota del embalse Guri, el principal del país, baja hasta 240 metros sobre el nivel del mar, para lo que faltan unos 12 metros.

“Ya no vendemos pan canilla (pan baguette) porque estamos apagando los hornos a la una de la tarde para poder ahorrar luz”
, dijo el encargado de una panadería en el oeste de Caracas a una señora que se quejaba en la caja.

Otros establecimientos y residencias han tomado medidas más radicales como apagar aires acondicionados pese al sofocante calor; eliminar la iluminación externa a riesgo de ser víctimas del hampa en una de las ciudades más violentas del planeta; o detener por varias horas los ascensores de los edificios.

Con la finalidad de unificar criterios, Fedecámaras, que agrupa al empresariado privado del país, ha propuesto instaurar un día de parada a la semana, pero la idea parece no reunir consenso. El gremio, abiertamente opuesto al Gobierno, dice que la producción nacional caerá dramáticamente este año como consecuencia de la crisis energética.

AHORRO FORZOSO

En la primera semana de medición, Caracas apenas redujo un 2,5 por ciento su consumo eléctrico promedio, pero en la segunda semana se registró un recorte del 14,8 por ciento.

La Electricidad de Caracas aplicó tácticas que van desde la concientización de los usuarios, a quienes envía mensajes a sus teléfonos celulares con consejos de ahorro, hasta castigo.

En las zonas comerciales y de oficinas de Caracas se intercalan etiquetas que informan el cumplimiento del ahorro previsto.

Víctor Maldonado, presidente de la Cámara de Comercio de Caracas, cree que el gremio no debe asumir las consecuencias laborales y económicas de detener su actividad un día a la semana si su consumo apenas representa un 15 por ciento.

“El Gobierno nos está apuntando con una bayoneta y no nos deja opción”, dijo sobre la aplicación de medidas de ahorro que pudieran considerarse extremas.

En el interior del país reina otra actitud. Obligados a un racionamiento de hasta seis horas diarias, como ocurre en algunas poblaciones del fronterizo estado Táchira, muchas personas se niegan a ahorrar más.

“Que no me digan a mí que no prenda el aire acondicionado si he pasado dos horas sudando la gota gorda”, dijo Gladys Gómez antes de encender el equipo que tiene en su apartamento de la calurosa ciudad de Puerto Ordaz, en el sureste del país.

Venezuela se debate entre el calor y la penumbra was last modified: junio 23rd, 2022 by
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