«Cuando quisieron hacer pruebas se dieron cuenta que los autobuses no entraban, pegaban de la columna y así se quedó», cuenta Gustavo Gil, comerciante del sector, quien asegura que las pantallas y las cámaras que se colocaron para garantizar la seguridad del terminal fueron retiradas. En el lugar está la evidencia de las conexiones eléctricas, pero no queda rastro del equipo.
Los que vigilan el espacio, cuentan que la terminal se convirtió en un estacionamiento para los trabajadores de los tribunales que funcionan en las torres dependientes del Centro Simón Bolívar. «Esto es muy pequeño, aquí no caben tantos autobuses», opina uno de los empleados de seguridad.
Y a pesar de lo que digan los que a diario están en el lugar, el Gobierno del Distrito Capital aprobó hace una semana, durante el Consejo Distrital de Planificación y Políticas Públicas, un crédito para la «continuación y culminación» de la terminal urbana.
Los transportistas aseguran que no han recibido información, ni han sido consultados sobre los nuevos planes para su reubicación. «Lo último que supimos era que las unidades no entraban, después de allí no nos reunieron más, ni nos llamaron más», señala Jesús Hernández, representante de la Línea de Pasajeros del Sur, que cuenta con 104 unidades de transporte.
Por su parte, Carlos Márquez, directivo de la Unión de Conductores de Prados del Este, acota que el sistema de ventilación en la terminal subterránea no funciona de manera adecuada. «Eso no está bien acondicionado, es muy peligroso tener tantas unidades echando humo ahí», agrega.
Y lo cierto es que si se les pregunta qué otras opciones ven en la ciudad para reubicarse, los transportistas no saben qué responder. «Hubo una época en la que sí funcionó una terminal, pero eran otros tipos de autobuses», dice Hernández.
Poco es lo que se sabe de las aspiraciones del Distrito Capital. Solo se dijo que la Policía Nacional será la encargada de la vigilancia del lugar y que desde el lugar partirán unidades hacia 27 diferentes rutas.