Este hombre optó por la clandestinidad después de que los tribunales iraquíes emanaran una sentencia de muerte en su contra debido a su afiliación política – contraria al gobierno – y por su activismo en el partido islámico Dawa.
Un sótano medianamente acondicionado para la supervivencia fungió como hogar de Shammari durante más de 20 años en la provincia de Wasit. Durante esta larga temporada bajo el régimen de Hussein, él no dejó de leer el Corán, el libro sagrado del Islam.
Un radio que lo conectaba con la sesgada información transmitida en los medios de comunicación era su único contacto con el exterior. El miedo a ser encontrado nunca lo abandonó.
Aunque no se tienen mayores datos de cómo obtenía los alimentos este sobreviviente, el ingenio y la economía de las provisiones imperó en esta épica historia de vida. Hoy Shammari muestra lo que fuera su guarida a lo largo de dos décadas de represión.