Lo que no se ha dicho sobre Dayan Gonzalez, el niño ASESINADO en Guanare

      Noticia al Día en su empeño por brindar a sus lectores información de primera mano sobre el trágico suceso que ha conmocionado al país entero, envió al periodista Abraham Corona, a la ciudad de Guanare, en el estado Portuguesa, para que recolectara desde el sitio en el que ocurrieron los hechos la historia de las personas que vivieron de cerca la muerte del niño Dayan González, y la ola de saqueos y revueltas subsiguientes. Le invitamos a leer la primera entrega de este trabajo de investigación.

Guanare: demasiado grande para ser un pueblo, pero demasiado pequeño para ser una ciudad; llegué a su terminal de pasajeros diez días después de que se supo del escalofriante asesinato y tortura de un ‘angelito’ de 5 años de edad que removió las entrañas de todos los que nos hacemos llamar venezolanos. No sabía bien lo que buscaba, pero sabía que cuando lo encontrara lo iba a saber: Lo que nadie había dicho sobre el homicidio del pequeño Dayan González.

Nunca había estado en Guanare y no conocía a nadie, así que pedí dirección al conductor de un viejo camión 350 para llegar hasta la Plaza Bolívar, éste amablemente me dijo que me montara en la parte de atrás del camión, pues él iba a pasar cerca. El señor me dejó como a cinco cuadras, y aunque pude haber caminado hasta mi destino, preferí abordar una buseta para saber que decía en la ‘red social’ del transporte público. “¿Viste? a las desgraciadas se las llevaron para Tocuyito”, dice una mujer que no oculta su rabia, y otra le réplica “no, no, se las llevaron fue para Coro; al hombre fue al que se llevaron para Tocuyito, lo leí en internet”, le responde sin refutar el adjetivo de su sentencia.

Sentado en uno de los banquillos que miran la imponente estatua del Libertador justo en el medio de la pintoresca Plaza Bolívar, un hombre canoso, vestido elegantemente con las piernas entrecruzadas se pasea por las páginas de ‘El Regional’, un periódico local que ha seguido de cerca el caso del niño Dayan González. “Por lo que hicieron esas mujeres, hay que darles la pena de muerte” refunfuña el sexagenario con voz quebradiza y el ceño fruncido, mientras una adolescente de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guanare, práctica la escala de re menor en violoncello justo detrás de él.

En la plaza rodeada por la Contraloría, el Palacio de Gobierno de Portuguesa, el Consejo Legislativo, el Palacio de Justicia, la Basílica y una antigua prisión colonial convertida en ateneo, saludos van y saludos vienen por doquier, en la ciudad de poco menos de 190 mil habitantes. Las personas caminan tranquilas de noche por las calles sin temor a ser atracadas; y dentro del pueblo todas las carreras en taxi cuestan 15 bolívares pues toma solo unos minutos ir de un extremo a otro.

¿Cómo es posible que en un pueblo tan pequeño y tan tranquilo hubiera ocurrido un hecho tan retorcido y macabro como el que se conoció el 1 de diciembre?, un niño risueño y con grandes cachetes que cualquier hubiese querido apretar cariñosamente, fue torturado sin misericordia por las personas que debían darle amor y con crueldad lo despojaron de su inocencia. ¿Quiénes son las personas que se ganaron el repudio de Venezuela en pleno?

Los imputados por el asesinato son: Gelliknet González de 30, quien es madre de la víctima y estaba al tanto de los abusos a los que era sometido su pequeño en Guanare, pero aun así no hizo nada para detenerlos mientras ella estaba tranquila en Margarita, Nueva Esparta.

Anney Montilla de 25 años, quien estaba a cargo del cuido de Dayan y es señalada por ser una de las perpetradoras de las horrendas torturas.

Valentina del Carmen Oropeza de Montilla de 50 años es madre de Anney y supuestamente dejaba que su hermana y su hija torturaran al niño, permitiendo que esto ocurriera en su casa.

Una de las imputadas que causó más revuelo en Guanare fue la acaudalada comerciante Doris Or**** de 37 años (madre de dos niñas pequeñas), quien es tía de Anney, y amante de Gelliknet; torturó al pequeño como forma de extorsión para que Gelliknet dejara a su pareja e incluso tomó fotografías de los resultados de sus barbaries que luego envió a la madre.

El enfermero Yure Hernández de 39 años, era quien supuestamente le hacía las curas al infante, haciendo que se recuperara tan solo para que más adelante volvieran a abusar de él; aunque su defensa alega que solo lo atendió el mismo día que lo llevó a la emergencia de la Clínica del Este.

Las fotos de horribles hematomas morados alrededor de la barriga y piernas de Dayan, así como de las quemaduras de sus partes íntimas corrieron como pólvora por la internet. Las imágenes muestran enormes llagas en los muslos del pequeño, y carne carcomida en su zona púbica. Nadie puede ver las fotos sin sentir escalofrío recorriendo todo el cuerpo, sencillamente es imposible mostrarse imparcial y objetivo ante tal atrocidad.

Un taxista que participó en la revuelta que obligó a que el gobierno diera toque de queda durante dos días, confesó que la multitud perdió el control luego de un acto de provocación por parte de Doris Oropeza, conocida por ser la dueña de una popular venta de comida llamada la Casa de los Pastelitos: “Estábamos manifestando muchísimas personas frente al Palacio de Justicia, pero todo estaba tranquilo hasta que suspendieron el juicio, pero la gota que derramó el vaso fue que cuando iban a montar a las mujeres en la camioneta de la Policía, ellas empezaron a sacarle el dedo del medio a la gente, y en eso una de ellas sacó un billete de 100 bolívares, y agitándolo empezó a gritar –¡Esto es lo que nos va a sacar de aquí, esto es lo que nos va a sacar de aquí!- después de eso fue que la gente se volvió loca”, manifestó el transportista que me condujo hasta la casa donde vivía Dayan.

Entre las estrechas veredas de la Urbanización José Antonio Páez, del sector Los Próceres, se encuentra la casa 2370, una pequeña vivienda de concreto pintada de color turquesa, un diminuto punto en el enrome mapa venezolano, en donde ocurrieron los hechos que pusieron de cabeza a toda la nación.

Después de ser saqueada por los conmocionados guanareños que destrozaron todas las pertenecías de las familias involucradas, un vecino colocó unas láminas de asbesto en donde antes estaba la puerta.

Al arrastrar la pesada lámina, se abrió la caja de pandora, y salieron todos los demonios debajo de los escombros de la casa en la que jugó, dibujó, rió, vivió, sufrió y murió el pequeño Dayan González.

Escarbando entre lo que la multitud no se llevó apareció un álbum de viejas fotografías que retrataban una familia feliz. Una imagen de Anney recibiendo un diploma de graduación cuando era sola una adolescente, y otra de cuando era tan solo una niña tan indefensa e inocente como el niño que ahora ella torturó.

En el cuarto en el que dormía Dayan, todavía estaba su ropita regada por todo el suelo. Entre tanto desastre sobresalieron varios juguetes y una mochila de la película de Disney y Pixar “Cars”, de la cual el pequeño era fanático. Como cualquier niño de 5 años que juega con sus carritos, Dayan usaba su imaginación para creer que era Rayo McQueen y que podía surcar las pistas a toda velocidad.

Un closet tirado en el piso revela una travesura del infante, que algún momento tomó un marcador permanente y dibujó un perrito con manchas en la madera. A cualquiera lo hubieran regañado por una fechoría infantil como esta, pero en esa casa Dayan consiguió la muerte más dolorosa y agonizante que alguien podría imaginar.

Entre los cientos de papeles regados por toda la casa, había un instructivo de todo lo que se debe saber para ir a una primera consulta psiquiátrica, se desconoce de quien era, o si alguien estaba buscando ayuda, en todo caso esta nunca llegó a tiempo para detener la locura colectiva de las cinca personas que las cadenas de PIN y algunos periódicos han llamado “monstruos”.

Pero este no es el primer asesinato que ocurre en la casa, pues según vecinos que prefirieron no revelar su identidad; el homicidio es una larga tradición en esta familia. Si quiere conocer más sobre los antecedentes de la familia Montilla Oropeza no se pierda la siguiente entrega de esta serie de trabajos de NAD en Guanare.

Abraham Corona

@CoronaPDG

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