El abandono le ganó la batalla a El Algodonal

   Seis meses se suponía que iban a durar los trabajos de remodelación en el complejo hospitalario José Ignacio Baldó de El Algodonal. Ya han pasado tres años y seis meses y el edificio de Pediatría no ha sido culminado, solo un ala de hospitalización fue remodelada, únicamente funciona un quirófano de los cuatro que existen y la rehabilitación de la cocina sigue a medias.

De fechas de entrega nadie sabe, o prefieren no decir. En el edificio de Pediatría cuatro empresas trabajan en la rehabilitación de cada uno de los pisos. Tres se encuentran avanzados, y ya se está colocando el sistema de aire acondicionado, pero el tercer piso aún está lleno de escombros y ni siquiera se ha hecho el piso.

«El edificio se ha convertido en nuestro principal problema. De las 120 camas que teníamos antes disponibles ahora solo tenemos 40 y cada vez que preguntamos por la fecha no nos dicen nada», comenta César Rojas, jefe del servicio.

La falta de espacio y la ausencia de médicos residentes (no tienen ni uno de los 36 que necesitan) obligó al servicio a restringir la atención de los pacientes. Solo se están recibiendo niños con patologías respiratorias que vengan con referencias de otros hospitales, de otra manera no son recibidos.

Pero no solo en pediatría se ha visto afectada la atención de los pacientes por las deficiencias. En cirugía hay al menos 230 personas esperando por un cupo para ser operado. Allí el problema es la ausencia de anestesiólogos, que sumado al funcionamiento de un solo quirófano, genera una larga lista de espera.

«Los anestesiólogos que tenemos trabajan con un bono de productividad, no tienen ningún tipo de contrato y muchas veces pasa que no les pagan a tiempo. Así nadie va a venir a trabajar con nosotros. Hay días en los que le tenemos que decir a los pacientes que se vayan a su casa a pesar de haber guardado ayuno y haberse preparado para la operación», comentó un residente que pidió no ser identificado.

Cumplir con el record de 200 intervenciones quirúrgicas que deben hacer los residentes del servicio de cirugía se ha puesto cuesta arriba dentro de este hospital. «Hay semanas en las que no se hace ni una cirugía en el servicio, de alguna manera nosotros tenemos que compensar esa falta, lo hacemos cuando visitamos otros hospitales para hacer las pasantía de Emergencia», agrega.

Aquellos que permanecen hospitalizados también sufren las consecuencias del abandono de las instalaciones. «En la noche esto es demasiado oscuro, en la sala solo funciona un bombillo y es un problema para ir al baño en las noches. Además, ayer le mandaron a sacar la sangre y las enfermeras no pudieron hacerlo porque no había iluminación, ellas tienen que andar con linternas», comenta Hernán Quintana, quien desde hace dos meses permanece en el hospital acompañando a un familiar que perdió una pierna a causa de la diabetes.

La indignación de los médicos se incrementó unos meses atrás, cuando el edificio de Fisiatría, que estuvo cerrado varios años por remodelaciones, fue puesto a disposición de un grupo de familias damnificadas. «Tuvieron tres años cerrados y en tres semanas lo acondicionaron para colocar a los damnificados, ojalá pusieran el mismo empeño para recuperar el resto del hospital», reclaman los médicos.