Por incumplir ordenanzas cerraron más de 20 negocios en el centro

   El bullicio habitual del centro de Caracas se ha incrementado por los trabajos de remodelación que se han visto obligados a emprender los comerciantes de la zona, que además de cambiar las santamarías y embellecer las fachadas de los locales, deben colocar un cuarto para la disposición de desechos sólidos.

No todos han logrado cumplir con la norma y funcionarios de la Alcaldía de Libertador los han etiquetado como «infractores urbanos». Los cierres de negocios se han vuelto comunes. De hecho, ayer más de 20 comercios del casco histórico debieron bajar la santamaría, sobre la que destacaba una calcomanía colocada por los inspectores de la Dirección de Control Urbano que reprobaron la revisión.

Los negocios fueron cerrados temporalmente, como parte de las acciones del Plan de Reordenamiento Urbano del Casco Histórico del Municipio Libertador cuyas disposiciones deben cumplirse antes de la celebración del bicentenario de la independencia.

Inspecciones.
La quincalla de William Feng fue cerrada en el operativo de la alcaldía, porque no contaba con la santamaría microperforada que ordena el plan.

Feng recibió una notificación de la alcaldía el 6 de junio, en la que le informaban que debía realizar esos cambios. «Yo hice el contacto con la empresa que coloca la reja de acceso que solicitan, pero la compañía está saturada y no han podido venir», explicó. «Vamos a estar cerrados hasta que vengan a colocarla».

Otro caso similar ocurrió en Almacenes Miranda. Allí el cierre temporal obedeció al estado de la fachada. «Nos dijeron que teníamos que pintar y limpiar la fachada. Si para el lunes está listo, podremos abrir», declaró Elsa Carrillo, encargada de la tienda. En ninguno de los dos casos dejaron a los comerciantes una notificación por escrito que formalizara la decisión o explicara los motivos.

De acuerdo con los comerciantes de la zona, las inspecciones de la Dirección de Control Urbano son constantes.

Un comercio sólo puede ser reabierto cuando los supervisores de esa dependencia constatan que el dueño cumplió con las ordenanzas.

Descontento.
Los comerciantes no están en contra de mejorar los locales, pero se quejan de los gastos que les genera tener que asumir esa cantidad de remodelaciones de forma imprevista. «Es importante que se hagan los cambios, pero nos llegó todo de golpe», dijo Julio Ríos, encargado de una minilunchería.

José Manuel Goncalves, propietario de un negocio de repuestos de motos en la avenida Baralt, cuestionó la actitud de algunos funcionarios cuando van a hacer las inspecciones: «Hay que hacer las cosas con respeto. La gente de la alcaldía llega gritando que van a cerrar los negocios y hasta han metido motos adentro de los establecimientos».

Desperdicios.
En el caso del cuarto de desechos sólidos, muchos aún no saben qué hacer. Freddy Hernández, responsable de una piñatería localizada en la plaza El Venezolano, expresó que se escuchan muchos rumores, pero hasta ahora nadie les ha notificado formalmente nada. Con él coincide Yamilda Ruiz, encargada de una zapatería en la misma zona. «Hay demasiada desinformación», aseguró.

En otros locales ya está en marcha la construcción o acondicionamiento del área para disponer la basura. «Vinieron y nos dieron las especificaciones; ahora estamos esperando que constaten si nos adaptamos a la norma», dijo Ángela Sánchez, de la librería en la esquina de La Marrón.

El empleado de una panadería en la avenida Baralt indicó que el espacio que tienen es más pequeño del que les corresponde, por eso enviaron un oficio solicitando la revisión. «Esa carta nos salvó de que nos cerraran», afirmó