Población penal es un negocio redondo

El negocio ilícito que se mueve dentro de un sólo centro de reclusión del país llega a facturar en un año un estimado de 11 millones de bolívares en efectivo (2,5 millones de dólares) libres de impuestos.
Estas cifras negras se desprenden de lo que tiene que cancelar un reo al «pran» (privado de libertad que controla un penal) a la semana: Bs 60 por seguridad. Si no paga «la causa» (argot de reos sobre el «impuesto interno») su vida está en juego. Esto sin meter el negocio de la droga y delitos como planificar secuestros, estafas o extorsiones en el penal.

Estos niveles de ganancia sólo se pueden comparar con una mediana empresa tipo franquicia o una textilera, según estadísticas del Consejo Nacional del Comercio y los servicios (Consecomercio).

El presupuesto anual 2011 para el sistema penitenciario es de Bs 35 millones para 33 cárceles y 43 mil reclusos. En 2010 fue de Bs. 46,4 millones con menos reclusos, la reducción fue de 11,4 millones.

El secuestro durante 9 días de 22 funcionarios de Min-Justicia por parte de 1.200 reos confirma que el control de las cárceles de Venezuela está en manos de la población penal. En este punto coinciden Carlos Nieto Palma y María Mercedes Berthé, de la Organización No Gubernamental Ventana a la Libertad y directora de Protección de Derechos Fundamentales del Ministerio Público, respectivamente.

Para el criminólogo Elio Gómez Grillo, en los centros de reclusión hay una guerra civil: los pabellones son trincheras y cada preso es un francotirador.

«No puede ser que tengamos 75%, cerca de 30 mil reos, sin ser juzgados. Están hacinados, ociosos, sin recibir educación y enfermos. De allí no puede salir nada bueno», reitera Gómez Grillo.

El resultado se ve al salir el preso

Elio Gómez Grillo -autor de 14 libros sobre el tema penitenciario y fundador, hace 20 años, del Centro de Estudios Criminológicos y Penales de la Universidad Simón Bolívar- advierte que la tendencia actual, a escala mundial, es eliminar los centros penales, no construir más. Esta teoría evolucionista intenta sustituir el planteamiento reformista (mantener los internados judiciales vigentes) y al reduccionismo (dejarlos sólo para casos de antisociales que no se corregirán nunca). «La calidad de un centro de reclusión se mide cuando el detenido logra salir y no vuelve a entrar. Cuando el reo reincide, fracasó el sistema carcelario. En Venezuela 70% de los reclusos que sale vuelve a cometer una fechoría», indicó Gómez Grillo.
El criminólogo explicó que hay seis tipos de cárceles: El Nórdico (Suiza, Dinamarca), considerado el mejor del mundo porque un porcentaje mínimo de los presos que estuvo allí vuelve a delinquir; el Europeo, que funciona en España, Polonia, Francia e Italia, en el que se apuesta a la formación de calidad del personal que laborará en el penal; el Socialista, como el Cuba, caracterizado por un régimen militar; las Macro-cárceles, como las de Estados Unidos, Rusia y China, que ocupan la mitad de los delincuentes del mundo, un estimado de 5 millones de reos; las Japonesas, donde impera el concepto paramilitar; y las Latinoamericanas, caracterizadas por el libertinaje, con visita familiar dos veces a la semana; en otros penales del mundo es una vez al mes.

Equipo ÚN

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