Con ‘The Blair Witch’ regresamos al bosque en busca de la bruja y sus víctimas

Heather Donahue en «El proyecto de la bruja de Blair», la película de terror hecha con “rodaje encontrado” de 1999. Con un presupuesto de 60.000 dólares, la película logró recabar cerca de 250 millones de dólares y creó un género propio. Credit Artisan Entertainment.

Cuando The Blair Witch se exhiba en los cines el viernes 16 de septiembre de 2016, probablemente atraerá a una multitud de cinéfilos que apenas caminaban cuando en 1999 se estrenó la primera película, The Blair Witch Project, ahora un clásico del género de metraje encontrado.

Los directores de la película original, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, no tienen ningún problema con ello; le dieron su bendición a la nueva película y aparecen como productores ejecutivos. “Ha pasado tiempo suficiente para que la primera fuera aceptada por sus propios méritos”, expresó Myrick. “Una nueva ola de fanáticos del cine de terror quieren ver una nueva bruja de Blair de su generación”.

Lo que no puede hacer la nueva película es repetir el asombro del éxito original o los escalofríos colectivos que parecía producir aquel verano inolvidable en el que The Blair Witch Project se convirtió en un fenómeno de la cultura pop y cambió la forma en la que se hacían las películas de terror.

Filmada en una sola semana con un escaso presupuesto en los bosques de Maryland, The Blair Witch Project acabó con las películas de asesinos en serie de los ochenta e incluso arrasó con el terror sarcástico de los noventa creado por la serie Scream (Scream: Grita antes de morir). En cambio, recordó la tensión y el suspense de las grandes películas de terror de autor como The Exorcist y The Shining.

“Queríamos devolverle el realismo a las películas de terror”, recuerda Sánchez, quien se hizo amigo de Myrick cuando estudiaban cine en la Universidad de Florida. “El gore se había apoderado del género”, explicó, añadiendo que “era muy poco imaginativo”.

La historia dirigida por Myrick y Sánchez era una narración sencilla. De las que se escuchan en torno a una fogata. Tres estudiantes de cine (Heather, Josh y Adam), quienes ingresan a un bosque aparentemente encantado cerca del pequeño pueblo de Burkittsville, Maryland, en 1994, y a los que nunca se vuelve a ver. Bueno, hasta que aparecen una y otra vez.

Orgullosos miembros de la generación X, los tres cineastas nunca sueltan la cámara, incluso cuando no hay duda de que su fin es inminente. Poco después, alguien “descubre” el metraje y el público experimenta una absolutamente implacable y brutal película que va de la emoción a la preocupación y del miedo al pánico, para finalmente llegar a la resignación.

Las estrellas, los desconocidos Heather Donahue, Michael Williams y Joshua Leonard, filmaron su propio material y crearon sus propios diálogos, apegándose al guion y a una serie de mensajes que les dejaban los directores y productores en ciertos puntos a lo largo del Parque Estatal Seneca Creek. Los actores permanecieron en el bosque una semana, mientras los cineastas, con un antecesor de los teléfonos celulares, un equipo GPS de estilo militar, les seguían el rastro y los dirigían a distancia.

Para crear la sensación hiperrealista y contagiosa de estar perdidos, a los actores se les daban diferentes instrucciones. “La nota de Heather decía: ‘Continúa hacia el sur. No te desvíes. Conoces el camino a casa. Apégate al plan’. Después dejábamos una nota para Josh: ‘Tienes que ser quien manda’”, recordó Myrick.

Sánchez explica cómo lo recuerda: “Fue un experimento, una grabación de 24 horas al día. Muchas veces sucedió que ya estábamos comiendo en alguna parte y los actores seguían en el bosque filmando”.

Transcurrida una semana, los cineastas comenzaron la edición. “Nuestra meta era obtener veinte minutos de rodaje encontrado, que incluiríamos en un documental tradicional”, narró Myrick. “Grabamos un montón de metraje de apoyo, que incluía a comentaristas, expertos en el campo y entrevistas con lugareños”.

Poco antes de enviar la película al Festival de Cine de Sundance, se olvidaron de la idea y se concentraron únicamente en los tres viajeros condenados al fracaso. “Fue una decisión difícil”, explicó Myrick. “Vistos desde una pantalla de computadora son una cosa, pero 85 minutos de película rodada con una cámara tambaleante en la pantalla grande es una experiencia totalmente distinta”. De cualquier modo, esperaban que la película funcionara como una tarjeta de presentación para encontrar trabajo en la televisión.

El concepto de una película de terror con metraje encontrado ahora es tan común que es difícil recordar que entonces era una idea totalmente nueva. No obstante, ciertos avances en la cultura popular sentaron las bases para la película. “Los reality shows estaban familiarizando al público con esa estética igual que la transmisión de noticias las 24 horas”, comentó Myrick. “Nos estábamos acostumbrando a ver cobertura en video y Blair apareció en el momento indicado”.

La naturaleza gótica de The Blair Witch Project parecía un contrapunto tonificante para la modernidad que marcaba mucha de la cultura estadounidense al inicio del milenio. En un mundo cada vez más digitalizado, la sensación de algo que nos hiciera sentir un terror auténtico fue irresistible. “Solo estábamos respondiendo a la idea de que los cineastas necesitan leyendas”, afirmó Sánchez, y para ello hurgó en sus raíces de Maryland. “Ahí hay mucha historia, así que nos dio por regresar y crear una extraña leyenda que fuera creíble”.

Sundance aceptó la película e iniciaron los rumores. “Los fans empezaron a hacer sus propios blogs y comenzamos a darnos cuenta de que habían picado el anzuelo”, recordó Myrick.

El deceso de Heather, Josh y Adam parecía todavía más real gracias al excedente de una edición con estilo de documental del concepto inicial que se exhibió en lo que entonces se conocía como el Sci-Fi Channel bajo el título Curse of the Blair Witch, poco antes del estreno de la película.

The Blair Witch Project, que se vendió en Sundance a Artisan Entertainment a un precio que casi llegó a las siete cifras, se estrenó en el verano de 1999 y logró recabar casi 250 millones de dólares en todo el mundo, con un presupuesto de apenas 60.000 dólares. Y todo sin que nunca apareciera una bruja en la pantalla.

La película asustó a muchos y dejó perplejos a otros. En los MTV Video Music Awards de ese año, el conductor Chris Rock bromeó: “¿60.000 dólares? Alguien anda por ahí caminando con 59.000 en el bolsillo”. Sin embargo, los cineastas jóvenes estaban impresionados e inventaron un género de terror innovador y de bajo presupuesto. Oren Peli, el creador la serie de películas Paranormal Activity, dijo haberse dado cuenta de que todo lo que se necesitaba para generar impacto eran un par de buenos trucos y una lámpara potente.

“Esa película verdaderamente me cambió la vida”, dijo Peli en una entrevista telefónica. “Quería hacer cine, pero pensé que había que trabajar para ir subiendo y, en cinco o diez años, ya podía uno dirigir una película”.

“Después vi The Blair Witch Project, que hicieron un par de jóvenes sin dinero ni influencias y lograron recabar doscientos cincuenta millones de dólares. Pensé que tal vez sí se podía hacer algo totalmente fuera del sistema”.

Fuente.THE NEW YORK TIMES