Las fiscalizaciones dejan a venezolanos sin huevos ni carne

En una esquina del mercado Los Cactus, en el municipio San Francisco, Isabel Arteaga, maestra de 52 años, organizaba a dos de sus cinco hijos. Los tres faltaron a sus trabajos para comprar productos regulados con sus utilidades. Saltaban de un establecimiento a otro desde de las 8:00 am. Cada uno disponía de unos tres mil bolívares y en recorrido de dos horas sólo habían comprado arroz y un kilo de jabón para lavar ropa. Se detuvieron en una cola de unos 50 clientes para comprar un cartón de 30 huevos por 500 bolívares, pese a que la Ley de Precios Justos establece que deben expenderse a 420.

Desde el final de la cola, la docente se quejaba y exigía lo vendieran al precio establecido. Sus palabras alteraron al resto de los compradores y el dueño del local cerró la santamaría. Al cabo de unos cinco minutos, un joven robusto levantó el armazón de metal, advirtió que la venta sería a 500 bolívares y le pidió a quienes no estaban de acuerdo se salieran de la fila. Nadie se movió. En cuestión de una hora se terminaron las 50 cajas de huevos que adquirió Marcos Dugarte, propietario de la distribuidora de huevos y hortalizas, a comienzos de noviembre por 10 mil bolívares cada una. El comerciante no quiso hablar de las pérdidas, para él eran incalculables.

En el mercado, donde se contabilizan unos 200 comercios en unos dos kilómetros, no se vende carne, pollo ni pernil regulado, sus precios oscilan entre los 720 y mil 200 bolívares. Sin embargo son pocas las carnicerías que cuentan con inventario. David Meza, encargado de unos locales, declaró que el despacho de reses es mensual. “Sólo cuento con unos kilos de carne molida. El negocio se mantiene con la venta de ricotta, queso, chorizos y mortadela”.

Octavio Ferrebuz, administrador de una carnicería en la avenida, aclaró que para mantener carne en las neveras se debe vender, como mínimo, el kilo a mil bolívares. “Si lo dejo en menos quiebro y se quedan sin trabajo siete muchachos”.

Los congeladores de las carnicerías de Santa Rosalía, de La Limpia y en Haticos de Maracaibo, están vacíos. A finales de la semana pasada comenzaron las visitas de la Guardia Nacional y funcionarios de la Superintendencia de Precios Justos (Sundde) a los mercados populares para vender el pollo a 65 bolívares el kilo, 250 bolívares la carne de primera y 420 el cartón de huevo. Los operativos beneficiaron a cientos de compradores, quienes no pudieron comprar temen que los productos no vuelvan al mercado.

“No traeré más huevos”, expresó resignado uno de los comerciantes de la Limpia. Ha trabajado 20 años con la venta de pollos y sus derivados. En dos ocasiones ha tenido que comenzar su negocio de cero. “La primera vez perdí millones, la guardia me obligó a vender 500 kilos de pollos a 45 bolívares. Ese día casi me quedo en la ruina. Invertí lo poco que me quedaba en huevos, queso y jamón.

Empezaba a recuperarme y ahora me pasa esto”. Suspiró, tomó aire, miró a su alrededor y dijo: “No es un negocio grande y no resistirá empezar de nuevo”.

Las fiscalizaciones, según las autoridades, continuarán y se extenderán a los municipios de la Costa Oriental y el Sur del Lago. Las opiniones en cuantos a la supervisión de los comercios son encontradas, unos las apoyan, otros las critican y otro porcentaje teme que con más regulaciones se agudicen las colas y escaseen más los productos para navidad.

“He recorrido tres mercados y en ninguno encontré un pedacito de carne para el almuerzo”, se quejó Domingo Nava cuando salía del Mercado Santa Rosalía. Reconoció que su sueldo como vigilante no le alcanza para mantener a sus cuatro hijos. Se mostró en desacuerdo con las “medidas del Gobierno. Encarecerán todo y mi familia no encontrará nada”.
Fuente.DEV