¿Qué productos están vendiendo los Abastos Bicentenario?


 

La reestructuración de la red estatal de distribución, anunciada por el presidente Nicolás Maduro en febrero de este año, se orientó hacia una menor oferta de alimentos y más de juguetes, ropa, herramientas, lencería y útiles escolares.Las colas multitudinarias que solían formarse por horas en la entrada y adyacencias de la red pública Abastos Bicentenario, ya no se ven, lo que advierte la ausencia de alimentos esenciales en los anaqueles.

La reestructuración “total y absoluta”, que anunció Maduro después de afirmar en cadena nacional el 17 de febrero que “Abastos Bicentenario se pudrió y fue penetrado por la corrupción”, apuntaba a que se convertirían en centros de acopio para la distribución de las “bolsas solidarias” casa por casa.

Varias sucursales fueron cerradas y las que mantienen operaciones venden menos alimentos y ninguno a precios regulados, constató El Estímulo en un recorrido tres Abastos Bicentenario en Caracas. Los artículos encontrados superan las posibilidades de compra de un trabajador que gane los Bs 15.051,15 del salario mínimo.

En el Abastos Bicentenario ubicado en Terrazas del Ávila se escuchaba decir por los parlantes, el jueves 25 a mediodía: “Le informamos a nuestra distinguida clientela que no tenemos productos regulados de la cesta básica”. Dos mujeres que entraban al establecimiento se devolvieron y murmuraron entre ellas: “con razón no hay cola”.

A diferencia del mes anterior habían menos anaqueles vacíos. Exhibían mercancía inusual. Seis anaqueles estaban repletos de micro ondas, marga LG a 151.000 bolívares, que los clientes ni miraban.

Los pasillos posteriores a la entrada parecían una juguetería. Había carros convertibles que costaban 71.338 bolívares y bicicletas a 30.233 bolívares (dos salarios mínimos).

También se podían adquirir guantes de béisbol a 35.280, monopatín a 14.947 o muñecas a 11.124 bolívares. Los estantes parecen estarse adelantando a la temporada navideña.

Más adelante se encontraba la sección escolar. Se podía escoger entre morrales a 8.799 bolívares y loncheras a un precio entre 9.100 y 14.299 bolívares, de Blanca Nieves para las niñas o superhéroes para los varones.

Para los más exigentes ofrecían el juego de morral y lonchera del mismo personaje a 20.799 bolívares, poco más de un sueldo mínimo.

Además exhibían uniformes escolares para todas las edades y a diferentes precios.

Lina Manrique, consumidora y madre de 4 niños comentó: “Aquí ya no hay nada barato. Este año también hay que lavar bien los morrales y remendarlos para que aguanten. No hay como pagar estos precios”.

En la ferretería se observaban diferentes tipos de bombillos, bragas y botas para obreros; juegos de herramientas desde 5.035 bolívares.

Otras áreas que tenían cierta variedad de mercancía eran las de ropa y lencería. Ofrecen pijamas para damas desde 4.800 bolívares, franelas a 5.000, pantalones o sweaters. También hay alternativas de franelas para caballeros a partir de 4.000 bolívares y conjuntos para niños desde 5.000 bolívares.

– Estómago vacío –

Si de alimentos se trata, atún en varias presentaciones desde 750 bolívares, la lata más pequeña; sardinas, caraotas enlatadas, bebidas saborizadas, pan de sándwich y hamburguesas, o mantequilla a 1.780 bolívares era lo que se conseguía.

El anaquel más concurrido era el de la pasta alimenticia. Un paquete de pasta Venezuela “100% producción nacional” según señalaba el empaque, fabricado por la empresa estatal Venezolana de Alimentos La Casa, S.A. a base de maíz, costaba 1.117 bolívares.

Una señora de la tercera edad decía: “El gobierno cobra esta pasta carísima que es hecha con el maíz nacional, pero a las empresas privadas que fabrican la pasta con trigo importado se la regula a 15 bolívares el kilo, por eso es que no hay”.

La mayoría de las neveras estaban vacías. Tenían la bandeja de churrasco de pollo a 4.250 bolívares, la de bistec a 4.450 y la de milanesa a 5.544 bolívares, a precios mucho más altos de lo que cuestan en los mercados municipales.

“Menos mal que esto es del gobierno y ellos luchan contra la especulación”, comentaba con ironía Juan Domínguez, comprador, quien agregó que “es insólito que los camarones sean más baratos que el pollo. Una bolsa mediana cuesta 3.650 bolívares y una bandeja de milanesa de pollo más de 5.000 bolívares”.

El Abastos Bicentenario de Las Mercedes estaba casi vacío y sin productos regulados. En los estantes exhibían un solo producto. Contaban con mezclas para preparar bebidas saborizadas, jugo de tomate, desinfectantes, envases plásticos y paños de cocina, entre otros.

En las neveras había salchichas, milanesas de pollo empanizadas, bolsas de papitas y platanitos a precios sobre los 5.000 bolívares. En otra abundaban los helados de mantecado y fresa, marca Coppelia a 1.500 bolívares. Era el refrigerador que tenía más productos.

En la zona de vegetales y frutas pocas cestas tenían alimentos y los que ofrecían no lucían frescos. El kilo de cambur costaba 780 bolívares y el de papa, 850 bolívares.

Una cajera dijo: “Los productos regulados no se venderán aquí porque se los llevan para los consejos comunales, eso es lo que nos informaron, pero no estoy segura porque dicen una cosa y hacen otra”.

En la sucursal de Plaza Venezuela, que a mediados de junio reinició la venta de carne, pollo, aceite y leche líquida, volvió a la austeridad. Estaban vendiendo algunos productos de la cesta básica pero no a precios regulados.

El kilo de arroz costaba 500 bolívares aunque la Superintendencia de Precios Justos le fijó un precio de 120 bolívares. 900 cc de leche líquida fabricado por la estatal Los Andes costaba 700 bolívares, sin embargo el precio justo de acuerdo con el gobierno es 355,15 bolívares. También había harina de trigo, el kilo costaba 470 bolívares y era el producto que abundaba.

Los consumidores debían formarse en fila para entrar al establecimiento no importaba lo que tenía previsto comprar. Los que salían llevaban bolsas con un kilo de arroz, dos harinas de trigo y dos litros de leche líquida, algunos incluyeron pan.

Luis Vegas, mecánico, comentó: “Hay mucha ropa y muy poca comida. La gente lo que tiene es hambre, no hay plata para paveo”.

POR DULCE MARÍA RODRÍGUEZ @DULCEMRN / FOTO: AVN / ZURIMAR CAMPOS



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